Los problemas de la adopción
Actualizado: GuardarEspaña es el país que más adopciones tramita después de Estados Unidos. En 1997 se adoptaron 942 niños extranjeros y siete años más tarde 5.541 niños. Según declaraciones de un alto cargo del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales las adopciones han experimentado últimamente un crecimiento en torno al 40 %. Hace pocos días, una emisora de radio informaba que quince mil familias esperaban conseguir un hijo adoptivo. Estos datos contrastan con la caída espectacular de nuestra tasa de natalidad, la más baja del mundo, que pasa del 2,80 nacimientos por mujer en 1975 a 1,16 en 1996. Hasta aquí la frialdad de las cifras, pero detrás de los datos, por cierto, bien elocuentes, nos encontramos con una realidad casi desconocida.
El camino de la adopción es largo y tortuoso. Hay que superar numerosos e interminables trámites administrativos, someterse a un examen profundo, a veces enojoso, por parte de psicólogos y trabajadores sociales que analizan hasta el más nimio detalle de la vida, personalidad y entorno socioeconómicos de los adoptantes. Aunque la adopción es gratuita, paradójicamente, supone un coste elevado para los que inician este proceso: la legalización de firmas, apostilla de documentos, gastos de mensajería, de interpretes, de viajes, de hoteles que implican desembolsos importantes. Todo se da por bien empleado si así se garantizan los derechos del menor y si al final del proceso se consigue tener el hijo o hijos deseados que, dicho sea de paso, dan mucho más en afecto, cariño y alegría de lo que puedan recibir, siendo mucho, de sus nuevos padres.
Cuando salvados los innumerables obstáculos burocráticos los futuros padres llegan, emocionados y felices, al orfanato para recoger al menor asignado, se topan con la mirada tierna y expectante de otros niños y niñas que también esperan disfrutar del calor de una familia que la vida les negó. Los que se quedan, intuyen que sus posibilidades de encontrar unos padres adoptivos disminuyen a medida que cumplen años y que su futuro cada vez se hace más incierto. En este trance se hallan miles y miles de niños en orfanatos distribuidos por todo el mundo.
Para paliar tan triste situación es necesario que las Comunidades Autónomas, que son las administraciones competentes en la materia, tomen, cuanto antes mejor, las medidas adecuadas para agilizar al máximo la tramitación de los expedientes de adopción. Son muchas las familias, sin hijos o con hijos biológicos, que quieren adoptar y muy numerosos los niños huérfanos o abandonados que necesitan un hogar. Cada retraso injustificado genera un lógico estado de ansiedad en los adoptantes y, lo que es peor, la posibilidad de que se frustre el sueño de muchos menores porque a partir de los tres o cuatro años de edad, las probabilidades de su adopción se reducen notablemente. Igualmente se impone un control más riguroso de las ECAIS acreditadas para gestionar, sin ánimo de lucro, las adopciones.