REMATE. El jugador alemán Klose remata en el palo largo y logra el primer gol en su cuenta particular, segundo para su selección, que permitió encarrilar el partido . / AP
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Alemania debuta a ritmo de goles

Los anfitriones superaron a una voluntariosa Costa Rica y se mostraron tal como son: arrolladores en ataque y muy vulnerables en defensa

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El Mundial comienza a ritmo de goles. El sonido que mejor suena en un terreno de juego. Media docena para empezar y Alemania que cumple el pronóstico y se desembaraza de una voluntariosa Costa Rica a pesar de la ausencia de Ballack. Además, la selección anfitriona se muestra tal como es. Arrolladora en ataque, pero vulnerable en defensa.

Un partido intenso, entretenido y con seis goles. Tantos como en los cuatro partidos inaugurales de los cuatro últimos campeonatos. Arrancó el Mundial con emoción y a galope tendido. Alemania impuso su pegada, pero Costa Rica nunca volvió la cara. Posiblemente a estas horas los hombres de 'Guima' estén más convencidos de ellos mismos que antes del encuentro. Le marcaron dos goles a Alemania, ambos del ex del Málaga Wanchope, en su propia fiesta y mantuvieron la tensión hasta que Frings agarró ese zapatazo que encontró la escuadra de Porras.

Los emotivos actos de la ceremonia inaugural no distrajeron a los protagonistas. Al revés. Parecía como si la cercanía de tantos campeones del mundo luciendo sus galones sobre el Allianz Arena motivara aún más a los protagonistas. Sobre todo, claro está, a los alemanes, que salieron enrabietados. Nadie mejor que ellos saben lo que han tenido que pasar en las últimas semanas. Jurgen Klinnsman, siempre de pie, con camisa blanca y remangado, estaba hiperactivo. Nadie se juega más que él en este Mundial, porque nadie ha sido tan discutido, y nadie le defenderá si el equipo no llega como mínimo a semifinales. Cuando Lahm, un lateral que persigue el Real Madrid desde hace tiempo, recortó hacia dentro y soltó ese remate cruzado con su pierna buena, que es la derecha aunque juegue por la izquierda, Klinsmann saltó en el banquillo como si estuviera poseído.

Ese tempranero tanto era justo lo que necesitaba su equipo para asentarse. Y en eso estaba cuando Wanchope apagó la megafonía del vociferante estadio. Empate. Me acordé en ese momento de Bernd Schuster y su columna de ayer en estas páginas. La selección alemana dejaba al descubierto sus miserias defensivas. No siempre van a encontrar un rival menor, aunque voluntarioso, ni tampoco tropezarán con un segundo gol tan rápido que permita recuperar el aliento y tranquilizar los ánimos, los de abajo, los de los jugadores y su nervioso técnico, y los de arriba, los de una afición que ayer arropó más que nunca porque consideró la jornada como un interminable día festivo.

Posiblemente porque el propio equipo se siente inseguro atrás, Alemania no corrió riesgos a partir de entonces. Intentó mantener el balón, jugarlo el mayor tiempo posible con circulaciones largas y sólo aceleraba el ritmo cuando Lahm se subía en su moto por la izquierda o Borowski hacia correr el balón. La sombra de Ballack estuvo siempre presente. Y más cuando Lahm le dedicó su primer gol.

Mantuvo su compostura Costa Rica que, obligada a jugar con muchos hombres por detrás del balón, tenía demasiados metros por delante y pocos efectivos para comprometer a la defensa alemana, que a pesar de todo se complicó la vida con pérdidas de balón y entregas al contrario que le costó a Borowski una buena bronca de Lehmann. Cuando Klose marcó el segundo de su cuenta, tercero de su equipo, todos pensamos que el partido estaba cerrado e incluso podía acabar en goleada, pero volvió a replicar Wanchope en un tanto de habilidad, en el que amagó el remate con la izquierda y metió la derecha. El pase anterior de su compañero Centeno sí que dejó en evidencia a los dos centrales germanos. Simplemente con un toque los dos quedaron fuera de la circulación y el desmarque del delantero a su espalda hizo el resto.

Klinsmann miró al cielo. Ballack se levantó del banquillo. Suspiros, resoplos... Quedaba todavía un cuarto de hora, pero Frings, trabajador incansable toda la tarde, cerró el sufrimiento con un golazo que remarcaba el triunfo de su seleccion, que superada la ansiedad típica del primer encuentro deberá mejorar en los próximos partidos, como además es su costumbre, ir de menos a más. 4 2