El Congreso filipino aprueba la abolición de la pena de muerte
Actualizado: GuardarEl Congreso filipino aprobó la noche del martes una ley que abole la pena de muerte en el país, un día después de que las dos cámaras que lo forman adoptaran sendos proyectos de ley para eliminar este castigo. La aprobación de la ley por la que se elimina la pena de muerte tuvo lugar en un comité conjunto del Senado y de la Cámara de Representantes, que unificó en un texto único los dos proyectos de ley, informó el portavoz de la Cámara Baja, Noel Albano. El último paso que resta para la promulgación de la ley es la firma de la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo. «La ley será enviada en los próximos días a la sede de la Presidencia para ser ratificada», dijo Albano, quien indicó que esto podría ocurrir «a principios de la semana próxima». En cualquier caso, la firma presidencial se producirá «con toda probabilidad» antes de que Arroyo emprenda a finales de junio un viaje de Estado al Vaticano y España, dijo el consejero político de la presidenta y responsable de las relaciones con el legislativo, Gabriel Claudio. Macapagal Arroyo había pedido a fines del mes pasado a los presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes que aprobasen «urgentemente» sus respectivos proyectos de ley para abolir la pena de muerte antes del 9 de junio cuando, el legislativo entra en receso. Arroyo justificó su urgencia en que la pena capital «ha mostrado que no es útil para su principal propósito de servir de disuasión para que no se cometan crímenes horrendos». Y añadía que este castigo «va dirigido contra los pobres, porque son los menos privilegiados, los que no pueden costear los servicios de abogados competentes, quienes con más frecuencia son condenados».
Mil presos
La medida beneficiará en primer lugar a los cerca de mil presos que se encuentran en el corredor de la muerte, entre ellos el vasco Francisco Larrañaga, condenado por el secuestro y asesinato de dos hermanas ocurrido en 1997, un crimen del que se declara inocente. El cambio legislativo que convertirá a Filipinas en el cuarto país de la región del Sureste Asiático-Pacífico sin pena de muerte (junto a Australia, Nueva Zelanda y Timor Oriental) llega después de que Macapagal Arroyo viniera expresando en los últimos años su rechazo a este castigo de acuerdo con su fe católica. También se debe a la fuerte presión ejercida por España, la UE y organizaciones internacionales para la abolición dentro de la intensa campaña diplomática y política que se ha desarrollado para salvar a Larrañaga de la inyección letal, ante la denuncia de numerosas irregularidades en el juicio que le condenó. La presidenta se defendió ayer de las críticas de ciertos sectores en Filipinas favorables a la pena de muerte alegando que la abolición es «una victoria de la vida» y no «una victoria de los criminales». También negó que el momento elegido sea oportunista, de cara a su audiencia con el Papa Benedicto XVI y su visita a España.