En el camino de la imagen
Ricky Dávila enseña las claves prácticas necesarias para que los alumnos de los Talleres Al-Liquindoi emprendan su proyecto fotográfico personal
Actualizado: GuardarIdoia estaba harta de que sus fotografías girasen una y otra vez sobre los paisajes de la Ría de Bilbao, su ciudad natal. «Estaba bloqueada en ese tipo de fotos», explica. Por eso esta «aficionada» ha cruzado España y ha viajado hasta Cádiz para asistir a los Talleres Fotográficos Al-Liquindoi. Allí se ha unido a otros alumnos para escuchar los consejos del laureado Ricky Dávila, representante de lo mejor de la fotografía documental española, que dirige el taller El proyecto fotográfico personal.
Idoia se arremolina alrededor de la mesa de una aula de la Facultad de Filosofía y Letras con un grupo de personas que guardan en común un objetivo compartido: encontrar el camino de un proyecto sólido, sentar las bases de un trabajo «con sentido y ampliar las miras», más allá de la simple colección de fotografías. El taller, que durará hasta mañana, está orientado a fotógrafos que están en la búsqueda de la definición de un proyecto personal.
Para lograr el objetivo, los alumnos han aportado sus propios trabajos que están sirviendo como base para comentarios que los orientarán en su tarea. En las sesiones de clase, no sólo se analizan los trabajos de los alumnos, sino que el propio Dávila muestra las entrañas de los suyos. De esta manera, salen a la luz los detalles del proceso creativo de gigantes como Manila, donde Dávila retrató la realidad urbana y el paisaje social de la ciudad asiática.
El duro proceso de prueba y acierto salpicado de continuos dilemas y elecciones difíciles se vive en directo. Es el caso de Ibericus, el trabajo que tiene entre manos Ricky Dávila y del que ha completado un cuarto de los 400 retratos de gente de la calle que tiene previsto incluir el autor. «Me plantean problemas la inclusión de los paisajes verticales en la propuesta de libro, aunque casan bien en las instalaciones. No sé lo que haré...», plantea mientras decenas de retratos circulan por la mesa bajo miradas que mezclan atención meticulosa y admiración. Los alumnos viven en directo los intentos de solucionar problemas. «Quiero que ellos se den cuenta de que incluso un profesional como yo tiene dudas constantes», explica el fotógrafo.
Además de ayudar a convivir con la incertidumbre, Dávila intenta «fomentar la afición» por el oficio, estimular la curiosidad y el impulso creativo, y así facilitar las claves prácticas para completar el proceso de creación de un proyecto. Además, durante estos días las sesiones de clase se intercalan con trabajos de campo en los que los alumnos salen a las calles de la ciudad a desenvolverse.
Las imágenes son reveladas cada noche y llegan al taller a la mañana siguiente. Para esta tarea, Ana ha elegido las calles de Cádiz y se ha movido por la zona de la Playa de la Caleta, la Catedral, etc. «Quiero retratar sus gentes, las calles, los niños... La vida cotidiana. La gente interacciona mucho contigo y eso ayuda».
Si todo va bien, esta estudiante de Fotografía de Barcelona tendrá el germen de su primer trabajo personal. «No sé si saldrá algo consistente, pero espero que sea algo bonito, que sirva para empezar». De hecho, su camino ya ha arrancado: «Si hay posibilidad, volveré a Cádiz a seguir el proyecto».