«Están jugando con el futuro de mi hijo»
Ana María Gil nunca vio los sellos que supuestamente adquiría la empresa Afinsa para rentabilizar sus ahorros
Actualizado: GuardarA través del caso de Ana María Gil se puede dibujar el perfil de una parte de los 2.000 afectados jerezanos por la presunta estafa de los sellos, 8.000 en toda la provincia. Ella representa, a través de su experiencia, a los numerosos clientes que acudieron a este producto con la esperanza de ofrecer un futuro mejor a un familiar discapacitado.
Ana vive en La Granja, donde disfruta de un buen ambiente vecinal, aunque alejado de grandes lujos. Allí crió, junto a su marido, a sus dos hijos, que ahora tienen 33 y 29 años, respectivamente. Desde que su esposo falleció, seis años atrás, su mayor preocupación es el «chico», José Luis, que tiene una discapacidad física y psíquica de nacimiento del 82%. Como explica Ana María, «mientras mi marido vivió nunca me planteé que nos faltara de nada, pero desde su fallecimiento comencé a preocuparme por el futuro de José, sobre todo, cuando yo no esté».
Por eso, cuando hace unos tres años unos amigos le aconsejaron contratar un plan de ahorro para José Luis en Afinsa no se lo pensó dos veces. «Mis amigos llevaban años ahorrando a través de esta empresa y tenían un hijo comercial de la firma. Ellos son de total confianza, así que empecé a entregar 30 euros todos los meses», relata Ana.
Nunca calculó los supuestos beneficios que dejaban sus adquisiciones filatélicas, porque «no interesaban, lo que quería era tener el dinero ahorrado para que sirviera dentro de 40 años». Tampoco comprobó cuáles eran los ejemplares que estaba adquiriendo la compañía en su nombre, «no entiendo nada de filatelia y ellos eran los expertos. Además, con la escasa aportación que yo hacía, ¿qué trozo de sello me iban a enseñar?». Esta confianza se truncó el día en que saltó la noticia del presunto fraude y acudió a pedir explicaciones a las oficinas de la calle San Agustín y comprobó que reinaba el desconcierto.
Como ella misma explica, «me pongo en la piel de los comerciales, que también son afectados, ya que yo misma he aconsejado este productos a madres en situaciones parecidas a la mía», pero no deja de reconcer que le pareció que los empleados de Afinsa intentan mantener el tipo «como pueden» delante de los clientes para que no cunda el pánico.
A la primera reacción de incredulidad le siguió la preocupación por asegurar el futuro de su hijo, una persona dependiente que precisará ayuda cuando ella falte. Ana resume su decepción, cuando afirma que se siente defraudada. «Se rompió la tranquilidad que tenía respecto al futuro de mi hijo. Creí que estaba haciendo algo realmente bueno por él».
Esta mujer no tiene esperanzas de recuperar su dinero y ya busca, en alguna entidad bancaria, un producto similar al que tenía contratado en Afinsa.
El capital de esta inversora proviene de la pensión de viudedad «por llamarla de alguna manera», y de lo que gana planchando por horas en una casa de Jerez. Por eso, se indigna cuando oye en los medios cómo la gente acusa a los afectados por la estafa de los sellos de ser unos especuladores. «Todo el mundo tiene derecho a rentabilizar su dinero tenga mucho o poco, pero en el caso de madres como yo el fraude es todavía más penoso. No somos especuladores sino trabajadores», concluye Ana.