VUELTA DE HOJA

La relación exterior

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Es compatible ser un buen presidente y un mal marido. También es mucho más habitual conseguir lo segundo que lo primero, pero el llamado caso Clinton suscitó una gran simpatía por Hillary, que se convirtió en un arquetipo de lo que Cantinflas denominaba como «esposa menoscabada». Es una chica lista, sin duda, no como la célebre becaria que facilitó a su marido que todo le saliera a pedir de boca. Ahora ha emprendido su campaña para la reelección al Senado, que es un trámite necesario para ser inquilina de la Casa Blanca. La ex primera dama quiere que su marido llegue a ser el primer caballero consorte. ¿Variaría su irresistible ascensión nuestras relaciones con el Imperio?

El todavía presidente George W. Bush sigue sin recibir a Zapatero. Ni siquiera se pone al teléfono, de la misma manera que éste no se puso de pie al paso de la bandera con barras y estrellas. El ministro de Asuntos Exteriores de España no ignora que el asunto más importante es el norteamericano. El hombre tiende al optimismo y cree que es posible reparar los destrozos causados por quien le nombró y le explica a todo el que quiera oírlo que este Gobierno no sólo no es antiyanqui, sino que intenta que la sociedad española no lo sea. Tiene un público muy poco numeroso, pero hace lo que puede.

Quizá por la prepotencia o acaso porque siempre se ha odiado a los emperadores distantes, el caso es que ese antinorteamericanismo existe. A pesar de los pantalones vaqueros, el refresco que contiene la chispa de la vida, el tabaco rubio, el chicle y las películas de Hollywood. Europa es una vieja desagradecida. Nunca le reconocimos que nos echaran una mano en los peores momentos. Creíamos que esa era su obligación. Ahora creemos que la nuestra es reconciliarnos. Por si de nuevo nos hiciese falta su ayuda, más que la del presidente de Bolivia, Evo Morales, por ejemplo.