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A la memoria de Rocío Jurado

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El día que se fue ROCÍO/la Gloria estaba esperando/formando una inmensa cola/ a las puertas del Teatro.

Fue verla llegar y el Cielo/de aplausos, se vino abajo/Dios Padre extendió su túnica/para que sus pies descalzos/pisaran como decía/la canción de El Relicario.

Y en un lado de la puerta/-para estrecharla en sus brazos-/¿su madre! que, a la de Regla/que estaba en el otro lado/le dijo: «¿Ahí está mi niña!/¿La más grande! ¿Abridle paso!»/Y la Señora de Regla/-entre risas y entre llanto-/gritó en la puerta del Cielo:/»¿Dejen paso a la JURADO!».

Miguel Angel Jaén Esquivel. Jerez.