Un partido nuevo
Actualizado: GuardarPor si no hubiera bastantes fórmulas, ideologías y creencias inventadas para hacernos a todos cada vez más felices, en la civilizada y culta Holanda ha nacido un nuevo partido. Propone que se autoricen las relaciones con niños de 12 años. Si a usted le repugna esa aspiración, sea vulgarmente heterosexual, homosexual o bisexual, debe considerarse un tío antiguo. Al menos, ha dejado de ser un contemporáneo.
Se suele oír, si bien en boca de personas no demasiado lúcidas, que no hay que confundir la libertad con el libertinaje. Como si esas dos cosas, sagrada una y calamitosa la otra, pudieran ser confundidas. Libertad es la facultad natural del ser humano de obrar de una manera o de otra, o de abstenerse de obrar, y se entiende por libertinaje el desenfreno y la falta de respeto. Nada que ver una cosa con otra. «Por la libertad, así como por la honra, se puede aventurar la vida», le dice don Quijote a Sancho y quizá la aventura colectiva de la criatura humana sea una lucha para conquistarla, pero eso no puede concluir en el derecho de los pedófilos para corromper adolescentes, ni siquiera a los que están corrompidos de antemano.
Incluso los que tenemos menos vocación de predicadores y creemos que nada humano debe sernos ajeno, experimentamos una cierta náusea, pero sobre todo la sensación de que habitamos un mundo que no es el nuestro. Tampoco lo era aquel donde se quemaban zerolos y se hablaba del «pecado nefando».
Pensábamos estar al día por asistir a bodas de amigos homosexuales y por reconocerles, ¿cómo no? todos los derechos, pero eso está desfasado. Lo que propone el partido holandés es la pornografía infantil, el sexo con niños, la zoofilia y las drogas libres. Se llama Amor al prójimo. Diversidad y Libertad. Si volviera mi abuela diría una de sus frases favoritas: «¿Bendito sea, Dios!».