«¿Gritos pelaos no, por favor!»
Tras una mañana tranquila, el debate subió de tono y temperatura en la tarde, con alboroto de aplausos y abucheos desde la bancada popular cada vez que intervenían Rajoy y Zapatero
Actualizado: GuardarE l presidente del Congreso, Manuel Marín, suplicó a los diputados del PP: «Gritos pelaos no, por favor!», mientras protestaban por el tiempo de intervención de su líder, Mariano Rajoy, y arreciaban las consignas que provocaron el momento más tenso de la primera sesión del debate del estado de la Nación.
El rostro del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reflejaba la preocupación por una situación que terminó por suscitar gestos insólitos como el abandono de la tribuna de Rajoy, que dijo que le echaban.
Más tarde, en los pasillos, el presidente del Congreso reconoció que ya esperaba esta actitud del PP, y desveló que hace tiempo que ordenó apagar los micrófonos de ambiente para que se oigan menos los insultos que se lanzan en los plenos.
La mañana había comenzado con un discurso optimista, centrado en la política económica y social, que Zapatero adornó con distintos anuncios sobre planes de desarrollo, pensiones e infraestructuras, que le fueron recompensados con aplausos de los socialistas. De la bancada del PP sólo salió un grito de «agua para todos» -que se repetiría en muchas ocasiones a lo largo de la sesión -cuando el presidente del Gobierno habló de los problemas de sequía-. La tarde se presentó mucho más turbulenta, tras una primera intervención de Rajoy que provocó el entusiasmo entre los suyos (le aplaudieron en pie largo rato), así como algunos abucheos del PSOE. Zapatero empezó a ser interrumpido desde el principio de su réplica -con exclamaciones como «¿mentira!», «cállate ya», «Tinell» y «con Batasuna», cuando ofrecía pactos al PP-, mientras Marín lanzaba miradas y hacía gestos pidiendo silencio, que después desembocaron en los citados enfrentamientos.
Los diputados de los dos principales partidos se mostraron especialmente participativos y beligerantes cuando se hizo referencia a los acontecimientos relacionados con la guerra de Irak y con los asaltos a sedes del PP tras los atentados del 11 de marzo en Madrid. Así, los aplausos más sonoros los arrancó el presidente cuando preguntó a Rajoy cuándo va a reconocer el PP los errores cometidos en la intervención militar que decretó el Ejecutivo de Aznar, como ya han hecho los Gobiernos de EE UU y Reino Unido, lo que fue contestado con gritos de «y el asalto a las sedes!».
Desde la grada, la esposa del presidente del Gobierno, Sonsoles Espinosa, echaba mano del abanico para superar los calores del debate. Un banco más atrás, estaba también su cuñado.
Esta vez, el padre de Zapatero no presenció el debate. Y tampoco hubo invitados ilustres. Sólo el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, y los eurodiputados del PP Luis de Grandes y Loyola de Palacio se apuntaron a la gran cita anual. La esposa de Zapatero, Sonsoles Espinosa -que vestida con camisa blanca con cuello amarillo y falda larga marrón-, le acompañó a la entrada y a la salida de las Cortes. Zapatero eligió un traje azul y corbata gris con rayas oblicuas, mientras que las corbatas de los principales portavoces del PP daban un aspecto colorido a sus escaños: Rajoy la llevaba verde, Ángel Acebes azul y Eduardo Zaplana roja.