El que nunca se arruga II

A finales del mes de enero bauticé así, con este mismo título, una de mis columnas. Se la dedicaba a Oli, pero al Oli futbolista por eso vuelvo a utilizar este encabezamiento, porque vale también para el Oli entrenador. En aquella columna de opinión que escribí sobre el asturiano dije que estaba convencido que marcaría goles más importantes con el Cádiz que el marcado en Chapín. Habrá quien piense que me equivoqué, pero yo digo que no y mantengo lo escrito a principios de año. Sigo con la idea de que marcará goles como aquel, y es que los goles no sólo se marcan en el terreno de juego, desde los banquillos también. Así, como también mantengo, como dije en la columna mencionada, que le quedaban a Oli muchas tardes de gloria que darnos. El lunes pasado, cuando estuvo el nuevo entrenador cadista en los estudios de Punto Radio (nada de entrevista por teléfono), dio muestras de algunas de las líneas a seguir como míster y también habló claro, al igual que hacía como jugador.

Desde aquí, desearle la mayor de las suertes en su nueva andadura y esperar también que nadie esté torpedeando la singladura del nuevo entrenador como ya ocurrió con don Víctor Espárrago, aunque ya se sabe que no ofende quien quiere sino quien puede. Pero por otra parte y viendo el escaso éxito que obtuvieron esas críticas y el poco daño que hicieron a la figura del uruguayo, un ascenso a Primera División y saliendo por la puerta grande, a Oliverio Jesús no le deben preocupar en absoluto. Aquí viene muy bien la frase del ingenioso hidalgo Don Quijote «Ladran, luego cabalgamos» perfectamente aplicable a el señor Espárrago Videla ante el acoso y derribo que sufrió de forma indiscriminada e injusta. Volviendo al tema central de hoy, Oli, conociéndolo como futbolista y teniendo la suerte de conocerlo también personalmente le auguro (recuerden, mis corazonadas no suelen fallar) un futuro espléndido como técnico del Cádiz. Además, las prácticas como entrenador ya las ha hecho esta temporada en Primera en la banda cada vez que salía a calentar, por lo tanto tan inexperto no es. Y punto.