Buena pregunta, Santidad
Actualizado: GuardarEn los campos de exterminio de Auschwitz, el Papa Benedicto XVI, después de reconocer que es muy difícil tomar la palabra en ese lugar de horror, particularmente siendo alemán, se ha hecho la gran pregunta: «¿Por qué, Señor, has tolerado esto?». Es válida no sólo para inquirir la respuesta ante la atroz, monstruosa matanza de judíos, sino para cualquier circunstancia y a cualquier escala donde se haga patente la injusticia del mundo y el desvalimiento del ser humano.
En este momento pueden hacérsela también en la isla de Java, donde la llamada Madre Naturaleza les ha enviado un terremoto, seguido de lluvias, que se ha llevado por delante a más de 4.600 indonesios y herido a 20.000.
Preguntar, preguntar. Seguir preguntando «y Dios dirá, que siempre está callado». Los creyentes están convencidos de que Dios ha inventado a la criatura humana y los no creyentes opinan que ha sido la criatura humana la que, en su inmenso desamparo, ha inventado a Dios.
Hay un tercer grupo, formado por los que le llaman Dios no a un señor omnipotente e invisible que se peina con la raya en medio, sino a un techo del conocimiento. No le echan la culpa ni de los favores recibidos ni de las desgracias. Sospechan que tan poderosa y enigmática entidad es neutral. Si se mostrara partidaria del intervencionismo no consentiría lo que está ocurriendo en África, ni habría tolerado que se aplicara la talidomida, ni lo de Irak, ni tantas guerras inútiles y canallas.
Buena pregunta la de Su Santidad el Papa Benedicto XVI. Se parece a la del tango de Discépolo: «¿Dónde estaba Dios cuando te fuiste?», y se parece a la que todos nos hemos hecho, salvo algunos hechiceros, miles de veces. «¿Por qué has tolerado esto?». O, más corta: «¿Por qué?».