Bush admite que los abusos de Abu Ghraib han sido el mayor error cometido en Irak
El presidente de EE UU y el líder británico, Blair, reiteran que la invasión fue necesaria y que de momento no está prevista una reducción de tropas
Actualizado: GuardarMás de tres años después del uso de la fuerza contra el régimen de Sadam Hussein, George W. Bush y Tony Blair se vieron obligados una vez más -durante una rueda de prensa conjunta en la Casa Blanca-, a justificar su decisión de invadir Irak aunque sólo fuera por el reciente triunfo tangible y esperanzador de un Gobierno democrático en el corazón del mundo árabe. Un optimismo que contrasta con el reconocimiento de que en estos momentos no es posible decidir una reducción a corto plazo de las 140.000 tropas anglo-americanas desplegadas en Irak.
Unos deseados planes de salida que, por lo menos, tendrán que esperar hasta que el nuevo Ejecutivo permanente de unidad nacional en Bagdad designe quién va a ocupar carteras ministeriales decisivas pero vacantes como la de Defensa. Mientras tanto, Bush reiteró que Estados Unidos mantendrá «el nivel de fuerzas necesario para ganar». Blair, por su parte, indició que durante su visita de esta semana a Irak no se encontró con ningún líder local que expresase la necesidad de una salida precipitada de las fuerzas extranjeras que respaldan al Ejecutivo del primer ministro Nuri al-Maliki.
Con todo, la gran novedad de las explicaciones coordinadas ofrecidas por estos dos desgastados aliados trasatlánticos fue admitir explícitamente una serie de graves errores que han complicado sobremanera el reto de estabilizar Irak desde la invasión en marzo de 2003. En su versión de este llamativo mea culpa, el presidente Bush reconoció que no estuvo acertado cuando utilizó una retórica retadora contra los insurgentes, lenguaje quizá aceptable en Texas pero que en su opinión «ha enviado una señal equivocada a la gente».
Durante una hora
Junto a los problemas de comunicación de Bush, más evidentes que nunca al compartir durante casi una hora el estrado de la Casa Blanca con el elocuente Tony Blair, el presidente de Estados Unidos señaló también como error mayúsculo el escándalo fotográfico de torturas y abusos en la prisión de Abu Ghraib. Por la lamentable conducta delictiva de un grupo de militares, en su mayoría procesados y condenados, Bush indicó que «hemos estado pagando durante mucho tiempo».
Por su parte, el primer ministro británico señaló que Londres y Washington tendrían que haber reconocido que el derrocamiento del régimen de Sadam Hussein no supondría la automática generación de una democracia en Irak y haber anticipado «un proceso mucho más difícil, en el que estamos hablando literalmente de construir desde cero todas las instituciones de un Estado democrático». Blair también cuestionó la sabiduría de erradicar y marginar a todos los militantes del nacionalista Partido Baas, una de las primeras decisiones rubricadas por el administrador Paul Bremer.
Al comentar sobre el impacto negativo de Irak en su presidencia, Bush también admitió que «sin duda la guerra ha creado un sentido de consternación en Estados Unidos. Cuando uno pone la televisión y ve la gente inocente muriendo uno y otra día, afecta a la mentalidad de nuestro país. Puedo entender por qué el pueblo se encuentra atribulado. Lo entiendo. Pero también entiendo que el sacrificio merece la pena y es necesario». En la última encuesta Washington Post-ABC News, solamente un 32% de estadounidenses aprueban la gestión bélica de la Casa Blanca y un 37% considera que mereció la pena invadir Irak.
Tanto Bush como Blair también aludieron a la formación de un Gobierno permanente en Irak para insistir en que otros países y organizaciones internacionales presten su colaboración. Según el premier británico, «lo importante es que después de tres años, que han sido realmente muy difíciles, ahora es nuestro deber, pero también el de toda la comunidad internacional, respaldar a este Gobierno».