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De casas de vecinos a un zoco desde los años setenta
En la misma habitaban o tenían propiedades la familia con este patronímico que aparece en el padrón de Nobleza
Actualizado: GuardarLa calle Évora es de las más transitadas del Jerez de hoy en día y del de ayer por el elevado número de comercios que en ella existen. Es como un zoco en Oriente Próximo.
Aunque hace tan sólo treinta años era una vía en la que los vecinos, como en muchas otras, habitaban la mayoría de los inmuebles.
La más veterana del lugar es Carmen Morales. Regenta el estanco que su familia puso en marcha hace ahora 52 años y por tanto el más antiguo de cuantos existen. Aunque los años no pasan en balde, Carmen se siente como una chiquilla que habla de la calle Évora como si hubiese sido ayer cuando llegó al mostrador de su establecimiento: «Esto era la cocina de la casa que había antiguamente aquí», recuerda. «La calle era toda de casas de vecinos en los años de catapum, pero desde hace unos años comenzaron a convertirse en locales comerciales y ahora es la que todo conocemos», añade.
«Yo vivo cerca de aquí, con lo cual mi vida entera la he pasado en el negocio y en esta calle, y es increíble». Hace un poco de memoria y recapitula: «Había incluso hasta un kiosco, y el actual multicentro de Doña Blanca era una antigua carbonería. Aún recuerdo el gran incendio de una de las tiendas textiles cerca de la calle Corredera», sentencia.
Y es que por calle Évora han pasado las miles y miles de novias que llegaron a pisar algunos de los altares de nuestras iglesias, y otras que no llegaron a quebrantar esa línea pero que encontraron los retales para hacerse el vestido de fiesta para estar presente en alguna de ellas.
El comercio textil se lleva la palma y aunque han proliferado los negocios del Todo a cien -aunque determinados han echado el cierre- y las tiendas de complementos, hay otros que pueden contar los avatares de su historia.
Parte de ella, cuentan los historiadores, y de eso queda constancia en el archivo de la biblioteca municipal, se llamó de la Horca, concretamente del número 1 al 7.
El actual nombre es debido a que en la misma tenían propiedades o habitaban la familia con este patronímico. Con el mismo aparece en el padrón de Nobleza, que data de 1483, Lope de Évora, al igual que otros dos en la Relación de Escribanos con el nombre de Rodrigo de Évora.
Esta corredera tiene dos vidas distintas, la que trascurre entre Medina y la bifurcación con Doña Blanca y Levante, y la que transcurre hasta Corredera.
Juan Delgado lleva dieciséis años al frente del Bar Jerez, aunque el localito también tiene su historia. El episodio más reciente se escribió la madrugada del viernes cuando le destrozaron una de las puertas para llevarse sólo unos cuartos. «Y no es la primera vez. Hay una falta de seguridad espantosa», comenta Juan mientras evalúan los daños del asalto. A parte de la jodienda, la cual se toma con filosofía, asegura que «esta calle es de la más céntricas, por la que pasa más gente y de las más comerciales». «Hay una gente maravillosa y excepcional. Los únicos malos somos el camarero y yo», ríe con un guiño a su compañero, Juan Manuel Otero.
Juan aclara que en estos últimos años la calle ha «cambiado totalmente». «La mayoría de la gente se ha ido a vivir fuera y el centro ya sólo es para pasear». «Cuando cierran los comercios esta calle es un desierto. Abrimos incluso para la gente del teatro, pero no entra nadie».
En esta misma calle existía un Viña T, en elque era habitual la lotería -lo que es un bingo pelao y mondao- en plan clandestino y casi una obligación pararse a echar un chato si se iba de paseo o de compras varias.
El que estaba eufórico ayer era Fermín Pérez. Tan sólo habían pasado unas horas desde que su mujer dio a luz a su tercer hijo y su foto ya estaba estampada en la vitrina de Don Zapato, su negocio. «Se llamará como yo, Fermín. No ha habido consenso en las votaciones, así que llevará el nombre del padre, como debe ser si no hay acuerdo», declara.
Abrieron hace diez años su esposa y él. «Con un pequeño crédito y aunque yo trabajaba en otro sitio, ahora me encargo del negocio ya que mi mujer no puede. Además, es un negocio familiar y hay que trabajarlo mucho más», añade. Se dedican a la reparación y tintes de colores, todo lo relacionado con la piel y «no sólo viene gente del centro, sino de cualquier barrio de Jerez. Es una calle con mucho nivel y esta parte de la calle la hemos hecho nosotros. «Podríamos estar más abajo -Don Zapato se encuentra en el tramo cerca a Corredera-, pero necesitaríamos más personal y esto es un negocio familiar».
Antonio Ibáñez, que se presenta ante LA VOZ como «matador de toros», y no sabemos con cuántas faenas a las espaldas, lleva al frente de Mercería Cervera una tela de años, más de veinte, aunque esta sedería y lencería ya comenzó a dar sus pequeños pasos en la travesía de San Francisco y la plaza de Abastos en 1926 de la mano de Pepe Cervera Santos. Para Antonio es una calle «estupenda, pero tenemos un grave problema y es la falta de aparcamiento. Tu llegas a una gran superficie y tienes incluso un seguridad que te vigila el coche, pero en el centro de Jerez no, además te lo roban, y esto es un hecho diario; te roban hasta la cartera», denuncia.
A pesar de ello, Antonio asegura que la calle Évora es «extraordinaria» y «a la tienda «acuden todas las mujeres que salen a hacer la compra diaria, vengan desde donde vengan».
María López entró con diecisiete años como camarera en Alacant y ya suma unos poquitos más, pero ahí sigue, al pie del cañón. Esta guapa morena ya ha visto arreglar la calle dos veces y «he llegado a conocer a tres generaciones distintas de una misma familia», asienta.
También es crítica con la falta de seguridad en la zona: «Cuando cierran los comercios a ver quién es el valiente que viene por esta calle».