Las primeras (y últimas) comuniones
Actualizado: GuardarLlega el mes de mayo y empiezan las primeras comuniones. Es un fenómeno social que ha ido, cada vez más, adaptándose a las exigencias de la sociedad de consumo.
Dicen los entendidos que se calcula un promedio de unos 3.000 euros para los gastos de una primera comunión. Y es que, si se suman los gastos de vestidos, zapatos, convites (en toda regla, claro), álbum de fotos o reportaje de vídeo etc , el presupuesto se dispara. No son pocos los que tienen que pedir créditos en los bancos para poder afrontar estos gastos.
Y es que ya se sabe que los sueldos para una familia trabajadora no son altos. Dicen que cerca de un 70% suele tener dificultades para llegar a final de mes. Así que estos gastos son difíciles de afrontar con el presupuesto normal de una familia media española. No digamos el movimiento económico que impulsa todo este tinglado en favor de los dueños de restaurantes, fotógrafos, tiendas de ropas, de calzados etc Por otro lado, si miramos el significado religioso de estas celebraciones, parece que, una vez pasado ese día importante para los niños, (sin duda motivado por el atractivo de los muchos regalos que reciben), lo que debiera ser el comienzo del pequeño en la participación normal de la comunidad cristiana, asistiendo de modo habitual a las eucaristías y recibiendo el pan y el vino, se convierte -en un porcentaje sin duda muy importante-, en el final de la asistencia de esos niños a las eucaristías y de su participación en otras comuniones. Por eso creo que, para la inmensa mayoría de los niños, son las primeras y las últimas comuniones.
Lo que debería tener un significado claramente religioso, se ha convertido, (hablo siempre en sentido mayoritario), en un acto más de convencionalismo social. Como la mayoría de las bodas, de los bautizos, de las misas de difuntos Pero lo que me llama mucho la atención es el hecho de que nuestros obispos no insistan mucho más en estas cuestiones que tanto inciden en la mala imagen de nuestra iglesia. En Cádiz salió hace unos años una chirigota en Carnaval que se llamaba El crimen del mes de mayo. Aludía en su totalidad a este fenómeno en tono gracioso. He leído los titulares de los documentos de la Conferencia Episcopal Española desde 1985 hasta la fecha y no encuentro ningún documento de nuestros obispos que esté dedicado expresamente a este grave problema, salvo lo que escribieron el 27/11/98 en la instrucción La Iniciación Cristiana. Reflexiones y Orientaciones. Parece que dejan hacer. Que miran para otro lado, como si no les afectara. ¿Por qué estas celebraciones les llenan las iglesias?, ¿para no indisponerse con sus clientes que demandan estos actos? ¿No se dan cuenta de las graves contradicciones que se dan en estas celebraciones? Porque es evidente que los excesos a que ellos mismos aluden se disparan cada vez más. No existe una integración de los niños y sus padres en la comunidad cristiana. La mayoría de los niños hacen su primera y su última comunión. Algo más habría que pedir a nuestros obispos para que actúen con coherencia respecto a lo que dicen y pongan medios concretos con la finalidad de dar a estos actos el verdadero significado que deben tener. Juan Cejudo Caldelas. Cádiz