Artistas de clase B
Actualizado: Guardar Dicen que las comparaciones son odiosas, pero a veces, también son necesarias, sobre todo si sirve para reivindicar lo que por derecho debería ser para los que se lo merecen. Esta entradilla me viene ni que pintada para abordar un tema tan interesante como, ¿verdaderamente pensaron que ganaríamos el Festival de Eurovisión con un grupo llamado Las Ketchup, cuya canción invitaba al respetable a consumir un bloodymary a través de cuatro voces desafinadas? Yo no. ¿Creen que merecen llamarse artistas tras haber obtenido un único éxito con un tema que ni siquiera es de ellas y que en directo perdía la gracia del playback?, repito, yo no.
Mientras las hijas de El Tomate intentaban hacer música con sus voces, asistía -la que suscribe- a un certamen de cantautores, que por quinta vez, organizaba el Café Teatro Pay-Pay. Cinco artistas no profesionales demostraron con creces su talento -unos mejor que otros- sobre un escueto escenario que permitía ver cada uno de sus movimientos musicales. De los participantes, más de uno merecía una oportunidad para ser número uno en las listas de éxitos y así conseguir el reconocimiento del público que se plasma en la compra de sus discos. Pero para eso hace falta suerte y, sobre todo, que pase por su lado un individuo con influencia que vea en ellos a algo más que un cantautor, que vea un filón, una imagen que explotar por encima de sus dotes musicales y lo de menos, es que sepan cantar y lo de componer, ¿qué es eso?, lo importante es el merchandising. Si no, que se lo digan a los triunfadores de Eurovisión, o el certamen de los favores europeos, como prefieran llamarlo.