EL MIRADOR PINCHITOS MORUNOS

El Cuplejein o la arquitectura del siglo XXI

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Una de las aficiones de Cádiz, después del furbo y la jubilación, es la arquitectura. Es incomprensible que en la ciudad no exista ya, en plena plaza del Palillero, una facultad mundial del ramo y hubiera cada semana un cursillo de palaustrerismo.

Ahora tenemos un debate sobre el Museo del Carnaval. Dos arquitectos han hecho una cosa supermoderna en la que habrá, cuando llegue la fiesta, hasta serpentinas hechas con tela de doble ancho del Piojito, lo que dará sombrita a la zona y además pues aquello destacará, para bien o para mal, ya veremos, pero destacará.

Aquí el riesgo gusta cada día menos, símbolo inequívoco de la decadencia de la ciudad, y se rechaza el proyecto que sería una especie de Guguenjein de Bilbao pero con caja y bombo. Como la cosa va de Carnaval pues le podríamos poner al edificio de las telas, o bien el Piojiten o el Cuplenjein, que lo veo mucho más carnavalesco.

Igual que han pasado a la historia edificios del siglo XVII, del XVIII, del XIX y del XX, el siglo XXI también tiene derecho a que se hagan edificios diferentes que pasen a la historia y este puede serlo. La fiesta, además, invita a la poca vergüenza y ¿por qué no se puede aplicar la poca vergüenza a la arquitectura con un edificio modernísimo en frente del Colegio de la Viña? Sería como un carnavalero sacándole un matasuegras al cura de La Palma.

El barrio necesita lo que sea menos quedarse como está. El único atractivo de la zona no puede ser el Carnaval en febrero y las caballas con piriñaca en los tres meses que dura el verano. El Museo del Carnaval puede ser un buen atractivo para lograr que los turistas vengan al barrio para algo más que comer al mediodía en las terrazas de la calle de La Palma. El Cuplenjein, al igual que el hotel de Valcárcel, descaradamente parado por el Ayuntamiento por ser idea del PSOE, son maneras prácticas de ir consiguiendo vida para el barrio de La Viña. Me da la impresión, además, de que sus creadores, la Asociación de Autores y los patronos del museo, no tienen previsto un edificio muerto, sino un sitio donde haya actividades. Creo muy necesario que se ofrezcan espectáculos carnavalescos para los turistas y que hubiera un Yuyu virtual dando la bienvenida. Hasta la máquina de los refrescos tiene que tener su gracia. No sé, a quien se compre un Fanta de Naranja que le cante el estribillo de los Cruzados, pero con la voz de la niña del altavoz de la playa. La Viña necesita tela, tela de muchos colores y tela de bocadillos de jamón. Viva el Cuplenjein.