Editorial

Un puente para alcanzar el futuro

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La presentación realizada ayer por la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, del proyecto del segundo puente sobre la Bahía de Cádiz, una de las aspiraciones más importantes de la provincia, ha de constituir un reto para los responsables de las diferentes administraciones públicas, una llamada para los gestores de las empresas privadas y un estímulo a la esperanza de todos los que vivimos en este rincón, tan distante y disperso, precisamente para que deje de serlo.

Habrá un antes y un después de la puesta en servicio de esta infraestructura, que debe contribuir a configurar un nuevo territorio más cohesionado, en el que la mancomunización de servicios y actuaciones será todavía más imprescindible.

Los nuevos flujos que genere el puente significarán oportunidades de crecimiento tanto de zonas urbanas como de sectores económicos, además de aliviar la saturación actual, que deja a la ciudad de Cádiz, ya de por sí carente de suelo, en una situación de absoluta desventaja respecto a otras capitales e incluso hacia las ciudades de su entorno.

Los agentes económicos y sociales coinciden con los expertos en geografía y en sociología en que el factor que contribuye de forma decisiva a la competitividad de un territorio es la red de infraestructuras. En consecuencia, es evidente que la manera más eficaz de resolver los problemas endémicos, de mejorar las condiciones de vida e, incluso, de elevar el nivel cultural, es lograr que las diferentes administraciones públicas se ponga de acuerdo para abrir vías que acerquen las diferentes poblaciones de la Bahía y, a través de ellas, que faciliten la comunicación con el resto de la provincia y de la comunidad autónoma. Sabemos que el sistema de comunicaciones y de transportes es uno de los pilares básicos en los se sustenta el desarrollo; por ello es urgente lograr una infraestructura adecuada y suficiente, que sea capaz de integrar una economía diversificada, propiciar el intercambio social y de movilizar racional y eficientemente los recursos de los sectores productivos.

Es doloroso comprobar cómo las autoridades han desoído durante tanto tiempo el grito que lanzaba el primer puente, incapaz de dar el servicio que se le requería, y han tardado quince años en iniciar una obra tan imprescindible, un tiempo precioso que debía haber redundado en beneficio de la Bahía.

Pero, una vez consumado este primer y fundamental paso que vivimos ayer, es preciso dejar de mirar atrás y lamentar las oportunidades perdidas, para pasar a encarar el futuro con optimismo y comenzar a contar los días para que el nuevo puente entre en servicio.

En este sentido, hay que destacar que la obra civil, que se ha considerado la mayor de España, con un coste de 300 millones de euros, va a aportar por sí misma una notable riqueza a la Bahía, con la creación de un millar de puestos de trabajo directos y con las lógicas repercusiones sobre el empleo indirecto. Transporte, hotelería, industria auxiliar del metal, entre otros sectores, se verán beneficiados de la fuerte inversión que va a realizar el Ministerio de Fomento.

Es, además, preciso, que en los cuatro años que se calcula que ocupará su construcción se desarrolle una buena red de transporte público en la Bahía, se elaboren de manera correcta los nuevos circuitos urbanos en la ciudad y se termine de articular la red de carreteras y ferroviaria, a fin de culminar de una vez por todas el desarrollo de la provincia y acabar con su pertinaz aislamiento.

Asimismo, hay que insistir en la necesidad de una actuación coordinada entre las distintas administraciones, nacional, autonómica, provincial y local, sin sectarismos, mirando el bien común y no los intereses partidarios. El Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento han de mantener un diálogo permanente y una colaboración eficaz con el fin de lograr situarnos a la altura de otras zonas geográficas que, sin duda alguna, han sido mucho más favorecidas. Tienen que convencerse de que sus encuentros no sólo facilitan la solución de los problemas, sino que, incluso, resultan más rentables para sus intereses de partido. Las permanentes confrontaciones llevan consigo un continuo derroche de energías y, además, el hartazgo de los electores. Los ciudadanos han alcanzado ya una suficiente madurez democrática como para discriminar cuándo se prioriza el bien común y cuándo no se busca más que el propio rédito electoral inmediato.

El Puente de La Pepa, nombre que anunció ayer la ministra, si bien la alcaldesa le había ya llamado Puente de la Constitución de 1812, debe servir más que cualquier otro para unir, en todos los sentidos: pueblos, personas, y también políticas, oportunidades, proyectos, ilusiones . Ayer se dio el primer paso oficial y ya no hay más que alentar el avance de sus obras, a partir del próximo mes de octubre, esperemos que ya sin más obstáculos ni dilaciones.