La denuncia política y social centra el primer día de competición de Cannes
El británico Ken Loach acude al festival con un filme sobre la historia de Irlanda mientras una película china reproduce la matanza de la plaza de Tiananmen
Actualizado: GuardarEl 59 Festival de Cine de Cannes dejó ayer atrás los oropeles publicitarios del más famoso código de los últimos tiempos para entrar la competición, y allí se topó con que las dos primeras películas en liza coinciden en su voluntad de ser vehículo de denuncia política. Ken Loach presentó su visión de la lucha por la independencia irlandesa y la posterior guerra civil en The wind shakes the Barley, mientras que el chino Lou Ye retrata la historia de su generación, marcada por la revolución estudiantil y la matanza de la plaza de Tiananmen, en Palacio de verano.
Es habitual que el cineasta británico toque temas sociales, pero no históricos. Lo hizo con la guerra civil española en Tierra y libertad, donde quiso mostrar las contradicciones dentro de la izquierda, y repite ahora en The wind shakes the Barley, donde narra las luchas por la independencia irlandesa en 1920. Un grupo de campesinos forma un ejército de voluntarios capaz de plantar cara a las atrocidades de los soldados británicos y luchar por la libertad de su país. Pero la película va más allá y recoge el enfrentamiento interno de los independentistas irlandeses, una vez conseguido su objetivo, respecto al modelo de país que quieren construir. Quienes lucharon codo con codo contra los británicos se convierten en enemigos irreconciliables enfrentados por el acceso al poder.
La película, que fue acogida con abundantes aplausos, está escrita por Paul Laverty, guionista ha-bitual de Loach, y protagonizada por un grupo de actores irlandeses casi desconocidos -Cillian Murphy, Pádric Delaney, Liam Cunningham y Orla Fitzgerald- a los que se les puede considerar coguionistas, pues recurrieron a los recuerdos familiares de aquellos años para construir sus personajes, y que en algunas secuencias improvisan discusiones políticas, algo habitual en las películas del director británico.
La producción del filme, realizada con la colaboración de diferentes empresas europeas, cuenta con una pequeña participación de Tornasol Films, la productora del español Gerardo Herrero. Es una película típica de Loach, ho-nesta y sincera, que no ahorra escenas impactantes de violencia y torturas, y que tiene más fuerza cuando muestra la lucha contra los ingleses que, en la segunda parte del filme, cuando aborda la guerra civil irlandesa, que no queda bien explicada.
«La historia de Irlanda es terrible», dijo Loach en Cannes, que recordó que es la segunda ocasión en la que vuelve la mirada a Irlanda. La primera fue en 1989 con Agenda oculta. «Aquella película hablaba del IRA y del reciente terrorismo en Irlanda del Norte, ahora he retrocedido a los años 20 del pasado siglo porque no se puede comprender la situación contemporánea sin conocer los orígenes», explicó el cineasta, que recordó que «la guerra colonial contra los británicos se transformo en guerra civil».
Sexo y política
En la producción china Palacio de verano, Lou Ye, joven cineasta procedente del movimiento underground, recuerda la llamada generación Tiananmen, que es la suya. La cinta sigue las peripecias de un grupo de jóvenes amigos y estudiantes en la universidad de Pekín desde finales de los años 80 hasta la actualidad. Con Hao Lei y Guo Xiaodong en los papeles principales, muestra a una adolescente que llega a Pekín procedente del campo para estudiar en la universidad. Allí descubrirá la amistad, el sexo y la camaradería en un trasfondo de inestabilidad política en el que los jóvenes descubren el mundo de las manifestaciones por la democracia y la libertad.
La película intenta compendiar elementos muy dispares -el desencanto amoroso, la tristeza de la supervivencia, la caída del Muro de Berlín o la desintegración de la URSS- para explicar la evolución de China desde la matanza de Tiananmen hasta ahora, que el país emerge como una potencia social y económica. Interesante por lo que cuenta y porque lo hace en una atmósfera de tristeza y de sueños rotos, la cinta resulta demasiado larga y reiterativa. Dura dos horas y media, pero con 45 minutos menos de metraje hubiese ganado mucho.
Para Lou Ye, Palacio de verano no es una película política, aunque «el caos afectivo y de relaciones sexuales de los protagonistas va paralelo a los acontecimientos políticos, ya que entre los universitarios de entonces no había temas prohibidos, se hablaba del pasado, del porvenir, de las elecciones libres, del sexo, de la emancipación... Fue un momento capital de mi generación».
Mirada sobre París
La sección Un certain regarde se ha abierto con una declaración de amor a la capital de Francia. París, je t'aime consta de 18 historias en torno a 18 barrios de París, cada una dirigida por un cineasta distinto, de cualquier parte del mundo. La española Isabel Coixet dirige el episodio Bastille, protagonizado por el italiano Sergio Castellitto y Miranda Richardson, y con pequeñas apariciones de Leonor Watling y Javier Cámara.
Además, los hermanos Coen dirigen Tuileries, cuya trama no sale de la estación del metro del mismo nombre. Destacan también Wes Craven, Vicenzo Natali, Walter Salles y Gérard Depardieu.