LA PARCELITA

Inmersión

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Cuando celebrábamos la victoria del Cádiz en Chapín y después de tantos años volvíamos a codearnos con los grandes del fútbol nacional, todos éramos conscientes de que podíamos volver a caer a Segunda a menos que tuviéramos mucha suerte. En principio eso no nos importó y preferimos festejar por todo lo alto el logro de volver a la liga de las estrellas.

Hoy, después de una campaña no muy brillante en resultados, volvemos a la cruda realidad y, caídos del guindo, nos aprestamos a afrontar de nuevo otro año en la categoría de plata. Analizar ahora lo pasado y buscar culpables es muy fácil pero no va a resolver nada. Muchos de los que enarbolaban banderas y bufandas al viento por el ascenso se aprestan rápidos a decir: «Eso ya lo sabía yo, en un año a segunda», o... «con este equipo no nos podíamos mantener», etc. Es muy fácil hacer leña del árbol caído, lo verdaderamente difícil es superarlo y poner remedio pronto para volver a primera.

El pasado sábado en Carranza se puso la primera piedra para conseguirlo. La victoria contundente sobre el Málaga, fue el primer eslabón de la cadena que nos debe devolver la confianza en el equipo, en los jugadores y en un proyecto que debe concluir dentro de unos meses consolidándonos entre los elegidos. La afición, en lugar de reprochar el descenso, se erigió en el único e indiscutible protagonista del encuentro. Homenajeó a la plantilla de jugadores que lo han dado todo por el equipo, no se oyó en el estadio ni una voz contra la directiva o el entrenador aunque todos sabemos que no han estado a la altura necesaria para mantenernos. Ahora hay que exigir que no se vuelvan a repetir los mismos errores en la próxima campaña. Actualmente el Cádiz tiene una economía saneada, una base social sólida con mas de quince mil abonados y el apoyo cada vez mayor de la provincia. Bajo ese prisma hay que responder a las expectativas y hacer un Cádiz grande como su afición que no ha dudado en recorrer España de lado a lado arropándolo en todos los campos a pesar de las derrotas.

El submarino amarillo resurgió de las profundidades la temporada pasada, navegó orgulloso durante ocho meses entre los trasatlánticos estelares y no desentonó. Ahora vuelve a sumergirse para... seguro, seguro, volver a enarbolar su periscopio y emerger airoso la próxima temporada. Nos toca la inmersión, que sea por poco tiempo.