Marea roja en Pamplona

La clasificación de Osasuna para la fase previa de la Liga de Campeones fue recibida en Pamplona con enorme alborozo por la afición rojilla. El frenesí reprimido durante la segunda parte del encuentro ante el Valencia, desde los dos tantos casi seguidos logrados por los rojillos, se desbordó con el pitido final. Una marea humana saltó al césped del Reyno de Navarra, mientras que algunos jugadores subían a la grada para celebrarlo mezclados con la afición. Minutos después, miles de personas tomaban la Plaza del Castillo, en pleno centro de la capital navarra, en una fiesta del osasunismo que se prolongó sin incidentes desde las once de la noche hasta bien entrada la madrugada.

La victoria de Osasuna ante el Valencia, en la última jornada de Liga, confirmó al equipo navarro en el cuarto puesto. Así, Osasuna se estrena en la Liga de Campeones. Únicamente en la temporada 1990-1991 Osasuna había logrado esa cota en Primera, pero su participación europea se limitó a la UEFA. También disputó este torneo en la presente temporada, después de quedar subcampeón el pasado año en la Copa del Rey ante el Betis.

En el día siguiente a la proeza rojilla, las celebraciones oficiales se limitaron a una comida, invitación del departamento de Bienestar Social, Juventud y Deporte del Gobierno de Navarra, prudentemente convocada a las tres y media de la tarde, para dar tiempo a que jugadores, cuerpo técnico y directiva se recuperaran de una noche de emociones. A primeras horas de esta tarde nada se conocía de posibles celebraciones oficiales. Para ese momento, empero, miles de aficionados ya lo habían disfrutado en las calles de Pamplona durante una cálida noche que podía confundirse con cualquiera de las madrugadas de las cercanas fiestas de San Fermín.