Televenta
Actualizado: GuardarP rimero fueron los arreglillos a domicilio. Si se te rompía el grifo mirabas la lista de teléfonos que habías pegado, previamente, en la nevera y llamabas al fontanero para que viniese a solucionar el estropicio. Luego, llegó el turno de la telecomida. Que se te quemaba el guiso, pues realizabas el mismo proceso que con el fontanero y en veinte minutos -porque siempre te dicen en veinte minutos aunque nunca sea así- tenías el pedido en tu casa. Nos hicimos mayores y nació el videoclub por internet. Que estabas aburrido en tu casa, pues cogías el ordenador y al instante te traían la película que querías. Algunos hasta te regalan palomitas para que el entretenimiento sea mayor, y todo eso sin moverte del sillón en ningún momento.
El telebotellón también se apuntó a la moda. Grupos de jóvenes, un techo bajo el que resguardarse, un teléfono y un bote -de dinero, por supuesto- son suficientes para convertir una noche en un festejo etílico en menos que canta un gallo. Cuando aparecieron los primeros emprendedores en este sector ya era un éxito, todos alucinaban. Fácil y sencillo, sin peligro y de confianza.
Bueno, pues parece que ahora le ha tocado el turno al telecoca y teleporro. La Policía ha detenido en Cádiz a un joven, que apenas superaba la mayoría de edad, cuyo oficio consistía en proveer a sus clientes de todo lo necesario en cuanto a estupefacientes se refiere. Como un rayo atravesaba la ciudad de punta a punta, con un único objetivo hacer bien su trabajo. Lo que se dice un joven emprendedor. Me pregunto en qué punto del proceso se torció la cosa...