El espía con el que llegó el escándalo Villepin acusa a Chirac de tener una cuenta en Japón
El Elíseo desmiente las imputaciones al presidente francés del general Rondot que revela el semanario satírico 'Le Canard Echaîné'
Actualizado: GuardarEl escándalo Clearstream, consistente en falsas acusaciones a personalidades políticas y empresariales de detentar en el extranjero cuentas secretas para percibir sobornos, ha estallado en el corazón del palacio del Elíseo. El general Philippe Rondot, ex jefe de los servicios secretos franceses, confesó a los jueces que el presidente de la República, Jacques Chirac, poseía una cuenta en Japón con unos 45 millones de euros, según revela hoy el semanario Le Canard Enchaîné. La información, una bomba de relojería a un año de las elecciones presidenciales, fue de inmediato desmentida por el entorno del jefe del Estado.
En el maratoniano interrogatorio al que fue sometido durante catorce horas el pasado 28 marzo por los dos jueces instructores del caso, Rondot explicó que a finales de 2001 había investigado sobre el denominado asunto japonés por encargo de Dominique de Villepin, actual primer ministro y entonces secretario general de Chirac en el Elíseo. Se trataba de averiguar si la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE, contraespionaje), entonces controlada por el Gobierno del socialista Lionel Jospin, urdía una operación de desestabilización del presidente conservador en la recta final de la cohabitación a pocos meses de rivalizar en las urnas.
Un capitán de los servicios secretos había acusado a sus mandos de indagar sobre los supuestos vínculos de Chirac con el banquero japonés Shoichi Osada y la existencia de una cuenta en el Tokio Sowa Bank alimentada con ingresos regulares a través de una fundación cultural en cuyo consejo de dirección estaba el presidente francés. Las verificaciones emprendidas por el general Rondot le condujeron a la conclusión de que «este asunto era bastante turbio y que había probablemente un fondo de verdad», según consta en los pasajes de su confesión ya adelantados por Le Monde.
Ahora Le Canard, en el número que hoy sale a la venta, reproduce un extracto de la declaración judicial en la que el antiguo espía afirma: «Se indica en los documentos que ustedes confiscaron en mi domicilio que esa cuenta fue abierta en el Tokyo Sowa Bank y que contiene una suma total evaluada por los servicios de la DGSE en 300 millones de francos». El testigo precisó que la cuenta data de 1992 cuando su titular era alcalde de París.
El desmentido por un portavoz del Elíseo fue fulminante y categórico. «El presidente jamás ha tenido ninguna cuenta en la Sowa Bank y estas acusaciones datan de una campaña de calumnias lanzadas en su contra en 2001 y sin ningún fundamento», aseveró tajante en referencia al oscuro episodio de la cohabitación con Jospin.
Una vez reelegido en la presidencia, Chirac purgó la cúpula de los servicios secretos y condecoró con la Orden del Mérito al oficial que había traicionado a sus jefes. La historia tuvo un desenlace poco glorioso. Según la revista Le Point, el delator acaba de ser inculpado por violencias contra su mujer en el mismo recinto del organismo que organiza las escuchas telefónicas, ubicado en los subsuelos de los Inválidos, en París.
La movida jornada concluyó con un mitin de Nicolas Sarkozy en la localidad sureña de Nîmes en el que el ministro del Interior y presidente del partido gobernante arremetió contra «las miserables maquinaciones orquestadas por conspiradores aprendices para ensuciar y comprometer». «Quiero dar la espalda a esas prácticas indignas», fustigó ante militantes enfervorizados.
Por la mañana Sarkozy había declarado en París a petición propia ante uno de los jueces instructores del caso Clearstream. «He sido recibido como víctima, he dicho que quería la verdad y he expresado a la Justicia toda mi confianza para que la encuentren», se limitó a decir al término de dos horas de declaración voluntaria.
Defensa numantina
La identidad del número dos del Gobierno, que se personó como acusación particular en el caso a finales de enero, aparece en los falsos listados de cuentas bancarias, enviados por un calumniador anónimo a los jueces, disimulada bajo los nombres de Stéphane Bocsa y Paul Nagy, transparente alusión a su noble abolengo húngaro.
Por su parte, la oposición socialista anunció la próxima presentación de una moción de censura contra el Gobierno conservador de Dominique de Villepin, sospechoso de encontrarse detrás de la conspiración y que consume los que parecen contados días como primer ministro en una defensa numantina contra ataques procedentes incluso de su propio campo.