Jerez

Feriantes y currantes

Un auténtico ejército de obreros ha trabajado a destajo durante semanas en el González Hontoria para que todo esté a punto para esta noche

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La sonrisa se agranda cuando se pronuncia la fórmula mágica. «¿Vamos al Kung Fu?». No, no se trata de buscar al pequeño saltamontes ni de un fan trasnochado de David Carradine. La caseta de Kung Fu, bautizada así hace treinta años en alusión al parecido entre su fundador y el protagonista de la serie televisiva, es uno de los puntos clave de la Feria, sobre todo antes de la inauguración de la fiesta.

«Lo primero que montamos de la caseta, es la nevera y el motor», señala Paco Soto, uno de los integrantes de la cuadrilla de que monta todos los años Kung Fu, formada también por Manuel Valencia, Abraham Romero y Andrés Neira.

En esta caseta, un generador eléctrico de gasolina alimenta una nevera industrial, que brinda a los trabajadores de la Feria casi la única oportunidad de disfrutar de una cerveza fría sin salir del González Hontoria. «Damos cerveza desde que empezamos a trabajar hasta las nueve de la noche, que es cuando nos marchamos», destaca Paco Soto. Es una más de las historias de los centenares de trabajadores que han trabajado a destajo en el Real para que todo esté a punto antes del alumbrado.

Trabajo a piñón

Francisco José Elena y sus cuatro compañeros entraron en acción el pasado vuernes, y ayer estuvieron trabajando «a piñón», como él mismo dice. Son los trabajadores de Ticoi, una firma jerezana especializada en el alquiler y montaje de equipos de sonido.

«Llevamos una semana preparando los equipos y trabajamos mínimo entre unas quince y veinte casetas», afirma Francisco. «Generalmente, en casetas de dos módulos estamos metiendo alrededor de 600-800 watios. Y en dos módulos: 2.000 watios, aunque cada una tienen sus exigencias: unas piden un reproductor de MP3, y otras CD», describe el montador, que destaca que hay casetas de juventud donde la potencia se dispara. «Hay casetas que han pedido 4.000 watios o incluso, 8.000 watios, donde hay más altavoces que espacio vital», reconoce.

Pero no todos los trabajadores trabajan en las casetas. Es el caso de Juan Carlos Cancelo, que pasa entre ocho y nueve horas en la Feria al día para vender todos sus cupones de la Once. «De lunes a viernes y desde las siete hasta las tres de la tarde, me pateo todo el parque», recon oce. Currantes y feriantes, a ellos les debemos nuestra Feria.