El valor de la palabra
Actualizado: GuardarHay una expresión latina que reza: verba volant, scripta manent. Ésta significa que las palabras dichas se pierden en el tiempo, mientras que las escritas permanecen con, a veces, la tozudez de un testigo molesto. No seré yo quien ponga en tela de juicio una sentencia de procedencia tan digna, no en vano gran parte de lo que hoy somos los españoles, y especialmente los andaluces, se lo debemos a la cultura que nos legó el imperio romano (también tienen su importancia los ocho siglos de dominio árabe, aunque parece que ahora esta parte de nuestra historia hay quien no quiere ni mentarla).
Sin embargo, me gustaría hacer una puntualización porque hay ciertas palabras y frases que cuando se verbalizan quedan grabadas para siempre en el cerebro, para bien o para mal. No es necesario transcribirlas en un papel, forman, de inmediato, parte de nuestras vidas, de nuestras miradas. Nos conforman. Basta referir algunas como: «Amaos los unos a los otros»; «Dios ha muerto»; «¿Se sienten, coño!»; «alto el fuego»; «maricón»; «sudaca»; «realidad nacional», uy, este ejemplo no vale, porque creo que todavía nadie ha conseguido aclararse sobre lo que significa.
Bien pensado, deberíamos tener mucho cuidado con lo que decimos, con sus consecuencias, y ponernos fuera del alcance de oradores embaucadores y de aquéllos propensos a la verborrea vacua. Podrían dejarnos estigmatizados.