Hablemos de la extrema derecha (y 3)
Actualizado: Guardar¿Por qué no ha habido en España una presencia electoral de los movimientos de extrema derecha paralela a la de los países europeos de nuestro entorno? La respuesta fácil es decir que la ultraderecha se integró en el PP, tras la desaparición de Fuerza Nueva. Es una simplificación inexacta. Porque en muchos otros partidos se han refugiado dirigentes, militantes y simpatizantes con las ideas o las formas del autoritarismo, el nacional catolicismo, la xenofobia, el activismo ante la desintegración de la patria; nostálgicos del franquismo, antiliberales, anticomunistas, cómodos con el militarismo, moralistas anti aborto, el divorcio y la homosexualidad, desazonados ante el crecimiento de la delincuencia. Personajes que responden a alguno de estos tics de extrema derecha los hay en el PSOE, en CiU, en el PNV, en ERC.
Una parte de los votantes de aquella formación liderada por Blas Piñar se ha abstenido a partir de 1979 o ha repartido su voto entre diversos partidos, probablemente siempre en contra del partido en el Gobierno. En las últimas elecciones generales, el Partido Familia y Vida obtuvo 16.699 votos; Falange Española de las JONS, 12.266; Falange Auténtica, 4.589; España 2000, 4.231.
El pasado 24 de abril, la web de minutodigital.com incluía un llamamiento a la extrema derecha, que decía: «Es indispensable un frente común, para que dejemos de ser 6 ó 7 grupetos desunidos y sin apenas fuerza. Frente Nacional Español, ya». Esos grupetos, que intentarían negociar una coalición electoral para 2008 -Democracia Nacional, Falange, Plataforma per Catalunya, Alianza para la Unidad Nacional, Coalición Valenciana, Unión para el Progreso de Cantabria, Alternativa Española- llegan tan tarde, con tal división, tan carentes de un líder común, que resulta improbable que alcancen una presencia electoral que altere el equilibrio de fuerzas entre PP y PSOE. Aunque el debate sobre la extrema derecha también continuará.