Fiesta del Trabajo
Actualizado: GuardarLas concentraciones de la tradicional Fiesta del Trabajo organizadas por las centrales sindicales se centraron ayer en dar su apoyo a la paz y en reivindicar más igualdad y estabilidad laboral. En esta jornada festiva, las organizaciones de trabajadores han tenido ciertamente bastante que celebrar: en el último año se han creado en este país algo más de 900.000 puestos de trabajo, y este ascenso tan relevante de la tasa de actividad se ha conseguido sin un incremento significativo del desempleo, que ya ha llegado -en promedio- a niveles comunitarios, aunque quede aún bastante tarea por abordar en asuntos como la lucha contra el desequilibrio que perjudica a la mujer trabajadora. En cualquier caso, las organizaciones sociales no son ajenas a esta bonanza, puesto que han acompañado constantemente la acción política con la concertación social. De hecho, empresarios y sindicatos están a punto de firmar un relevante acuerdo sobre la reducción de la temporalidad, y en los últimos meses los sindicatos han participado en la reedición del acuerdo marco para la negociación colectiva, la regularización laboral de inmigrantes y las mesas abiertas para la reforma de los convenios y garantizar el futuro de las pensiones; sin contar con su papel activo en la preparación de reformas sociales de índole legislativa como las leyes de Igualdad y Dependencia. Los sindicatos hace tiempo que dejaron de ser correas de transmisión de los partidos para reclamar y ejercer su plena autonomía política, y son ya hoy utilísimas instituciones intermedias que desempeñan un papel moderador insustituible en la evolución socioeconómica de este país.
La reducción de la temporalidad laboral, que está a punto de plasmarse en el último acuerdo social y que ha exigido cesiones de los dos interlocutores sociales, llega en un momento muy oportuno puesto que podrá contribuir a estabilizar el consumo, uno de los motores de nuestro crecimiento económico, tanto en el sector inmobiliario como en los demás de bienes y servicios. Además, la reducción de una temporalidad excesiva -de más del 30%- favorecerá a los jóvenes, hoy imposibilitados de emanciparse y de actuar con autonomía fuera del seno familiar. A cambio de este papel positivo de las organizaciones de trabajadores, toda la sociedad debería volcarse con decisivo ahínco en la reducción del problema de la siniestralidad, que alcanza actualmente unas cotas sencillamente indecentes. Fidalgo y Méndez hicieron ayer gran hincapié en las medidas que deben adoptarse, y que pasan por la implementación de numerosas acciones positivas, entre ellas, la actuación intensiva de la Fiscalía ad hoc recién creada, un mayor esfuerzo de la inspección de Trabajo y la sindicalización de las empresas, ya que la acción de las entidades asociativas protege en última instancia a los trabajadores. Es de justicia conseguir cuanto antes que el trabajo, que es la más digna entrega a la colectividad del ser humano, no suponga un riesgo para la propia la vida.