Montes, en una cabriola. / LA VOZ
Toros

La escasez de público y el nulo papel de los rejoneadores cuestiona la continuidad de la cita en El Puerto de Santa María

La voluntad de Antonio Domecq fue arruinada por el ganado Álvaro Montes cayó en gracia al público, que le reclamó dos vueltas

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Con motivo de la Feria del Vino Fino, se anunció un cartel donde decía: Corrida de toros lidiada a caballo. Y es que según el pliego de condiciones de la plaza portuense, debería de haberse dado una corrida de toros a pie, pero quien hizo la ley, hizo la trampa y por segundo año consecutivo se lidiaba una corrida de rejones. Puestos a pensar, y sin mala intención alguna, o se replantea este festejo o parece condenado a desaparecer pronto.

Poco, muy poco público, acudió ayer al coso portuense, sería mejor pensar en traer un cartel que revitalizase esta feria porque de lo contrario sería una pena y un gran fallo que la centenaria plaza de la localidad de El Puerto se quedase sin esta cita.

En cuanto a la corrida de ayer, se vieron tres rejoneadores distintos que se han topado con una corrida parada, mansa y con mu-chos kilos.

Antonio Domecq estuvo bien plantado ante sus dos toros. En banderillas hay que destacar su buena colocación, citando siempre de frente y clavando al estribo. Lástima que el toro se le vinisese abajo y no acertase con el rejón de muerte.

En su segundo, Domecq mostró mucha técnica, haciendo las cosas bien pero, sin lugar a dudas, se había llevado el peor lote de la tarde y era difícil remontar ese lastre ganadero.

Álvaro Montes llega bien al público. Hace un toreo alegre, combina cabriolas, elevadas y posee una buena cuadra, como demostró parando a su primer enemigo de la tarde garrocha en mano. En su segundo, sacó todo lo que tenía su enemigo pero estuvo mal con el rejón de muerte. Falló en la suerte definitiva. El público le pidió la oreja que acertadamente no concedió el presidente. Dio dos vueltas, aunque la segunda fue exagerada.

Joao Moura, el hijo del maestro portugués, tiene buenas cosas pero la juventd y la inexperiencia le hizo pecar a la hora de manejar el descabello con el primero de su lote. En su segundo, supo conectar con el público en banderillas, Mató mal y todo quedó en una vuelta.