Cinco segundos
Actualizado: GuardarEs cierto que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes... pero yo iría más allá en una sociedad tan voraz y descontrolada como la actual, en la que el trabajo y la superación profesional relegan a más allá del segundo plano la faceta personal y los tiempos se miden en función de la combinación que se consiga en los intercambiadores de transporte. Decía el otro día el magnífico Pedro Almodóvar, además de tatarear aquella canción de Sucked to me que aprovechó el monolingüismo español para colar una letra impensable hoy en día, que en Los Ángeles las calles están planteadas para disuadir del maravilloso placer del paseo y el reencuentro periódico con el vecino, el tendero, el policía... el dulce sentimiento de no sentirse un extraño entre iguales.
Contaba que en sus cada vez más continuas visitas a la ciudad del guerrero del futuro había optado por recluirse en un monísimo chalé antes que enfrentarse a la locura estadounidense. Cinco segundos, de reloj, para cruzar Sunset Bulevar, y una sensación de ansiedad constante que te empuja a recluirte en el coche, en casa o en cualquier centro comercial como si la ansiedad persiguiera cada metro cuadrado de aire libre.
Sólo escuchando testimonios como éste, y más salidos de la boca de un manchego profundo, se puede valorar la libertad y la importancia de la diferencia, el error de emular modelos de vida equivocados, sustentados en el poder, el dinero y la hipocresía. Perdemos la identidad y nos entregamos a una existencia vacía, sin los grandes valores que le dan sentido. El único posible.