Obstinación nuclear de Irán
Actualizado: GuardarEl esperado informe del acreditado Mohamed al Baradei sobre el programa nuclear iraní confirma el sospechado pronóstico de que Teherán no solo ha ignorado la petición del Consejo de Seguridad de la ONU de congelar duradera y fehacientemente el proceso de enriquecimiento de uranio, sino que lo ha acelerado sustancialmente. El director general de la AIEA, con la redacción sobria propia de estos documentos, recalca que sigue sin darse la «plena cooperación» iraní con sus equipos de inspectores y, aunque sigue sin aparecer la «pistola humeante», la prueba inequívoca de que se mantiene un plan militar encubierto, se acepta por primera vez la posibilidad de que el régimen de los ayatolás haya comprado plutonio en el extranjero.
Queda claro que Teherán insiste en actuar por su cuenta invocando, paradójicamente, su condición de miembro del Tratado de No Proliferación Nuclear. Acuerdo que, en efecto, da derecho a enriquecer uranio y no veta la investigación científica, pero exige algo absolutamente ineludible: asumir el compromiso de no desviarlo a la fabricación eventual de armas atómicas, lo que implica someterse a controles completos y a una colaboración total y de buena fe con la AIEA. Irán sigue basando toda su argumentación en el hecho, puramente formal, de que su programa es sólo civil y dirigido a obtener combustible para sus centrales eléctricas, algo a lo que indudablemente tiene todo el derecho, pero que podría perfectamente conseguir por otras vías -como otros países- o bajo la creativa fórmula que ofreció Moscú: una empresa conjunta en suelo ruso y bajo control de la Agencia Internacional. Precisamente, el rechazo a esta fórmula ha sido el primer indicativo para la comunidad internacional de que Teherán quería un camino propio y de que politizaría el asunto para convertirlo en un factor de tensión geopolítica que jugase claramente a su favor.
El Consejo de Seguridad solo había emitido una «declaración presidencial», no vinculante, pero tras el informe de Al Baradei no tardará demasiado en sopesar medidas más enérgicas, sin excluir un programa de sanciones. Evidentemente, esto tomará tiempo, dividirá a los cinco Estados con derecho a veto y no es seguro que se obtenga a medio plazo un consenso razonable y de obligado cumplimiento. Por no hablar de la posibilidad de que Irán abandone el Tratado de No Proliferación, tome la senda norcoreana y, abiertamente, intente dotarse de armas atómicas, como han hecho algunos de sus vecinos y antagonistas. Un panorama realmente inquietante en la región más volátil, peligrosa y desestabilizada del mundo.