Artículos

Nuclear

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuatro programó para el sábado noche un documental sobre la catástrofe de Chernobil. Decimos «programó» pero, en realidad, habría que decir «contraprogramó», porque la cadena está alterando mucho su parrilla en las últimas dos semanas. Este documental, El desastre de Chernobil, forma parte de la serie británica Sobrevivir al desastre, que va a contarnos también, en siete capítulos, otras tragedias recientes. Chernobil: localidad ucraniana -en aquella época, parte de la Unión Soviética- donde explotó una central nuclear.

Fue el mayor accidente nuclear de todos los tiempos. Sus efectos fueron gravísimos tanto sobre la naturaleza como sobre las personas. El programa de la BBC nos lo cuenta con gran brillantez. El mensaje de fondo de este documental sobre Chernobil -como, en general, de todos los materiales que vemos estos días, incluido el reportaje que paralelamente le dedicaba Informe Semanal- es una condena sumaria de la energía nuclear. Este mensaje rara vez se formula explícitamente -pocos se atreven a hacerlo-, pero va implícito en la narración de la tragedia.

Ahora bien, aquí es donde nuestros canales podrían cumplir una función didáctica que están desdeñando con demasiada ligereza, porque lo nuclear, que sigue siendo un problema, ya tiene poco que ver con aquel desastre. Primero: aquello pasó hace veinte años. Segundo: ocurrió en un país -la Unión Soviética- irresponsablemente laxo en materia de seguridad y directamente criminal en sus políticas medioambientales, donde los desmanes nucleares no han sido menores que los causados por la industria tradicional. Tercero: desde entonces, la seguridad en la producción de energía nuclear ha mejorado exponencialmente. Cuarto, y quizá lo más importante: el hecho objetivo es que, a fecha de hoy, los daños causados sobre la naturaleza por los combustibles fósiles son muy superiores a los causados por la energía nuclear.

Es esa constatación la que ha llevado a ecologistas como James Lovelock a defender el átomo frente al petróleo: puede que sea peor para los humanos, pero es mejor para el planeta, y si destrozamos el planeta, ¿qué futuro espera a los humanos? Hace pocos días, Patrick Moore, fundador de Greenpeace reconvertido, defendía la energía nuclear en términos semejantes. Moore es un tipo problemático, pero en este punto plantea un debate objetivamente insoslayable: necesitamos energía; las fuentes modernas (el petróleo) están haciendo más daño -y más irreversible- que la energía nuclear. Por consiguiente, al menos, deberíamos hablar del asunto. Que ya no es Chernobil, aunque siempre viene bien recordar lo que una vez pasó.