Editorial

El corazón de Europa

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Hoy tiene lugar en Berlín una reunión entre Angela Merkel y José Luis Rodríguez Zapatero de cuyo desarrollo depende buena parte del futuro de la política exterior española. La construcción de una buena relación con la canciller alemana que consiga hacer olvidar el traspiés de Zapatero en las últimas elecciones alemanas infravalorando sus resultados electorales, es sustancial para definir el papel español en el contexto europeo y el concierto internacional. Tras la apuesta de Zapatero por el declinante eje Chirac-Schröder y la poco meditada voladura de puentes con la Administración Bush, el presidente español no ha conseguido en estos dos años de gobierno encontrar un sitio en la escena internacional, más allá de su iniciativa poco tangible de impulsar la Alianza de Civilizaciones. El balance manifiestamente mejorable del frente internacional del Gobierno Zapatero está ligado a decisiones equivocadas pero también al manifiesto desinterés del presidente por la política exterior y la especialización poco fructífera del ministro Miguel Ángel Moratinos en cuestiones de Oriente Medio. El encuentro con Angela Merkel debería servir de palanca para una recolocación de España en la escena europea toda vez que la nueva canciller se ha convertido en una líder eficaz y respetada tras pocos meses de mandato en Bruselas y en Washington. Su incontestable atlantismo, unido a su firme determinación por rescatar el impulso político de la Constitución europea y respaldar las reformas económicas en una Unión en letargo, la han catapultado al liderazgo de la Europa ampliada. La canciller mantiene, respecto a España, una actitud pragmática y parece dispuesta a cooperar en muchas materias, como siempre ha ocurrido entre los ejecutivos de Berlín y Madrid, con independencia del ideario de sus gobernantes. Pero para facilitar el reencuentro, el Gobierno español debería hacer un gesto desprendiéndose de posiciones patrioteras en materia de energía y despegarse del desarrollo de la OPA de E.On sobre Endesa. El torpe intervencionismo del Gobierno español en esta operación mercantil no sólo contradice la legalidad comunitaria, sino la profunda interdependencia económica entre Alemania y España, que explica en buena medida la prosperidad española de los últimos 20 años.