TENSIÓN. Jose Mari dispara en presencia del goleador Touré. / AP
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El Arsenal tira de oficio y buen juego para imponerse al Villarreal

El equipo inglés fue superior a los de Pellegrini y llevó la iniciativa del choque El colegiado austriaco no señaló un penalti de Gilberto al sevillano Jose Mari

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El Arsenal cobró ventaja en el primer duelo contra el Villarreal. Fue mejor que los castellonenses, dominó todas las parcelas del juego y no dejó respirar a los villarrealenses. Estaba entonado. Todo lo contrario que el Villarreal, que le costó entrar en el partido. No se creía que estuviera en las semifinales de la Liga de Campeones. Le faltaba masticar las sensaciones de un estadio como Highbury, palpar la importancia de un partido histórico para la entidad. Esa actitud tan prudente, tan poca agresiva, fue un balón de oxígeno para el Arsenal. Los gunners estaban en el encuentro, muy metidos en el partido, conscientes de lo vital que para su club era la cita contra los castellonenses.

Era el último partido en su estadio en competición europea, la primera vez que podían optar a una final de la máxima competición.... Y más motivos metidos en las cabezas de los jugadores. Los suficientes para que el Arsenal se hiciera el amo y señor del encuentro. El equipo inglés decidió cómo iba a jugar. O mejor dicho, Cesc estipuló qué fútbol se iba a disputar. El joven jugador marcó el ritmo, que aceleró de forma altísima. Empezó a darle a velocidad a la pelota y sus compañeros le acompañaban. La fórmula era muy sencilla. Había que pasar al primer toque, moverse y volver a pasar. El balón iba a toda velocidad de lado a lado de la cancha, sin que el Villarreal pudiera hacer algo. Era el primer problema de los castellonenses, que tardaron un mundo en pararlo. El segundo, fueron los balones colgados. Los amarillos eran incapaces de despejar un balón en condiciones. Así llegó el gol de Touré.

El Villarreal espabiló. Riquelme asomaba tímidamente, pidiendo permiso para llevar la pelota y fabricar. La medular amarilla entorpecía algo el trabajo de Cesc y los suyos, pero no pudo impedir el pase medido que recogió Henry e introdujo en la portería de Barbosa. Entonces, empezó el espectáculo del árbitro, que encadenó error tras error. En primer lugar, anuló el tanto del francés por fuera de juego, cuando estaba en posición reglamentaria.

Los hombres de Pellegrini se fueron arriba, buscando el empate. Pero el árbitro volvió a aparecer. Se comió un penalti de Gilberto a José Mari, a lo que añadió un sinfín de errores -siempre a favor de los de casa- que desquiciaron a los tripulantes del submarino amarillo. Fue el revulsivo que necesitaba el Villarreal. Se sacudió el dominio del Arsenal porque apareció Tacchinardi y Senna. Apuntalaron el centro del campo para tener el balón. Pero, ¿a quién se lo daban?

Riquelme estaba demasiado intermitente. Aparecía cuando podía en la zona de ataque amarilla, ya que estaba muy presionado. Y cuando tocaba la pelota con comodidad estaba a una cincuentena de metros de la portería contraria. Con lo cual, sólo quedaba el patadón como recurso. Pero el Arsenal, estaba muy bien colocado y no dejaba ningún hueco a la improvisación. Sabía a lo que jugaba. El segundo capítulo de esta historia será el próximo martes.