Cartas

A las hermandades cofradías y Consejo de Gobierno del Obispado de Cádiz

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Varias cosas tiene la Semana Santa de Cádiz que requieren de forma urgente un cambio. La primera de ellas: esa inmensa e innecesaria propensión a la burocracia añeja y absurda a la que sólo le falta que los documentos sean escritos a mano y presentados con dos o tres siglos de antelación para que sean válidos y se pueda hacer algo con tiempo será que sólo está pensada para que no pueda hacerse nada cuando conviene. La segunda: ese cuadro de directores espirituales convertidos en comisarios político-religiosos que, ahora uno mañana otro, están empeñados en que las cofradías y hermandades no sean otra cosa que lo que ellos quiera, no sé si sólo por interés espiritual o también por cierto interés recaudatorio; éstos y la burocracia conforman un obstáculo insalvable salvo que se pase por el aro de las sotanas.

Recordemos en este punto que las hermandades y cofradías tienen entidad propia y que ya deberían plantearse hacer casas de hermandad donde pueda desarrollarse toda la vida de las mismas, incluida la salida procesional, así ocurre en otros sitios. Por su parte las cofradías tienen que recordar siempre que lo que hacen en su salida procesional no es otra cosa que un culto externo y que por tanto los protagonistas son los titulares de la hermandad no el capataz, los cargadores, el hermano mayor, la junta de gobierno o cualquier otra cosa fuera de lo primero, todos son prescindibles, los titulares no; por tanto lo importante es lo que está por encima de cabezas, capirotes y martillos, ni siquiera los que se creen que la hermandad la han comprado, por mucho dinero que tengan. Por respeto a esos titulares nadie puede tomar iniciativas que lleven las cosas al terreno del culto a la personalidad ni a tremendísimos escándalos, por tanto respeto a las formas que en Cádiz son; los chaqués, los costales, las gaitas y todo lo que se quiera, bien guardadito en casa, un respeto a los titulares y a las personas que ven desde las aceras, objeto de la catequesis procesional, y si no se respeta esto pasa lo de otros años. Lo de la Sentencia en el Palillero, lo del Ecce Homo, lo de la Virgen del Carmen en Mentidero con aquellos gritos en contra y pro de un capataz como si éste fuese el procesionado, etc. Menos pavoneo y más humildad señores, menos pulsos y más respeto. Desde luego el obispo por mucho que quiera mirar para otro lado sí es responsable de esos escándalos por permitir tanta intentona y tanta tontería. Por último señores del rimbombante Consejo de Gobierno del Obispado, eso de que no hay tiempo para lo del Resucitado es una falta de respeto a la verdad, o en qué siglo viven ustedes. Menos corporativismo, que eso sí que es, y no porque lo diga un cura, por mucho cargo que éste tenga, nadie puede rectificar, es que siempre tienen que quedar encima como el aceite. Sirvan señores sirvan, más amor y menos testarudez.

José María Martínez. Cádiz