LOS PELIGROS

El panfleto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Esta semana habrán recibido en sus buzones una hojilla impresa atribuyendo a Teófila Martínez la consecución del segundo puente. Aunque el escrito es anónimo, carece de agudeza y no hay tampoco expresiones satíricas contra nadie, por lo que no llega a pasquín, género literario que ha dado grandes obras en la Historia desde que los romanos del Dieciséis empezaron a empapelar con sus quejas la estatua del maestro Pasquino. Sí es, técnicamente, un impreso clandestino, según la precisa definición de la ley de Prensa e Imprenta, incomprensiblemente vigente aún desde que el presidente fundador del mismo partido de la alcaldesa, Manuel Fraga, la promoviera en 1966. Con esa autoridad, nadie me negará que allí queda claro que un impreso sin pie de imprenta debe reputarse como clandestino. Por fortuna, desde la democracia, tal concepto no supone hoy más que una levísima sanción administrativa. Carece también de depósito legal, obligación que, según un decreto de la Junta de Andalucía de 1984, ha de cumplir toda «hoja impresa con fines de difusión, que no constituya propaganda esencialmente comercial». Que, creo, no es la intención de los promotores.

La cuartilla realiza, apoyadas en titulares de prensa, dos afirmaciones tajantes: «Teófila ha conseguido el segundo puente» y «el PSOE ha estado en contra del segundo puente». La primera supone un juicio de valor, por tanto subjetivo, y la confirmación de que los autores dan por hecho la realización del puente, avance importante porque hasta hace pocos meses aún dudaban de que el Gobierno socialista fuera a realizarlo. La segunda pretende demostrar que lo ha conseguido venciendo al partido adversario, demonizado como enemigo de Cádiz y de su progreso. Sin entrar en que afirmaciones tan simples muestran poco respeto por la capacidad de los gaditanos de formarse una opinión propia sobre el asunto, mucho más complejo que una pelea de buenos y malos, me interesa comentar por qué el Comité Local de un partido perfectamente legal, organizado y con capacidad demostrada de gobierno imprime una hojilla, según hemos visto, clandestina e ilegal, para defender una postura que podría hacer perfectamente sin esconderse. No puede ser por afirmar que el segundo puente se lo debemos a Teófila. Eso es una apreciación relativa, fundada en que pidió al Gobierno central ese puente, como antes había hecho Carlos Díaz. Y, como toda apreciación, será recibida por los ciudadanos de acuerdo con las simpatías o la afinidad política que sientan hacia ella. Porque existe, en uno y otro lado, un fuerte voto ideológico, arraigado e inamovible, que tiene más que ver con la forma personal de entender la vida que con la capacidad de gestión de los gobernantes. ¿Quién es más decisivo en un proyecto: el que pide o el que consigue? ¿Cómo se comparan sus gestiones? También en Puerto Real, Barroso se adjudica las mejoras, respecto a su ciudad, realizadas en este puente por el actual Gobierno socialista, sólo porque él las pidió. Plantear un debate sobre valoraciones personales no conduce a ningún sitio. Pero no compromete hasta el punto de tener que ocultarse.

Lo que nos lleva a la segunda afirmación de la hojilla: los socialistas han estado en contra. Algo objetivamente falso. No recuerdo una sóla manifestación de ese partido en contra de un tercer acceso. En 1994, un año antes de que Teófila ganara la Alcaldía, el Plan de Ordenación Territorial de la Bahía, realizado por la Junta, aprueba ese «enlace» entre la Cabezuela y Cádiz. En pleno debate sobre si debía ser un puente o un túnel. En 1995, el equipo técnico que redactó el Plan Intermodal de Transportes recomendaba no acometer ese nuevo acceso hasta no solucionar antes el transporte colectivo de toda la Bahía y así figura, en 1997, en el «programa de actuaciones», ordenadas cronológicamente. Los recortes de la hojilla mezclan declaraciones de políticos socialistas sobre la concreción de ese enlace o sobre su prioridad, en el mismo sentido de las recomendaciones de los técnicos y del documento normativo, nunca en contra de su construcción. Así miente este panfleto con intención difamatoria. Tan conscientemente que sus autores no lo firman. ¿Para no rendir responsabilidades por la difamación? Mal andamos.