Delicadeza y hermosura carmelita El porte y la sobriedad con la que la hermandad carmelita acude a la llamada de los jerezanos en la tarde del Jueves Santo Aunque no siempre se pueden controlar las emociones, si la corporación solicita silencio durante el acto de salida del cortejo, el público debería callarse
El paso de misterio de la Lanzada sacrifica a uno de sus cuarenta costaleros al ocuparlo el cajillo de la cruz
Actualizado: GuardarEs la Lanzada, desde la Basílica del Carmen Coronada -la primera que se asienta en Jerez dentro de la muralla-, quien durante el Jueves Santo ofreció una de las estampas cofradieras de mayor exquisitez y altura.
Una cofradía que cuidó hasta el más nimio de los detalles para este gran día, con un altar de insignias completísimo y de un gran valor histórico que fue portado por unos nazarenos que vistieron el hábito de cola de ruán marrón y cinturón de abacá.
Incluso el cuerpo de acólitos, que estrenaron ropaje en la jornada de ayer, no desentonó, sino que enriqueció aún más si cabe el cortejo.
Es junto al Transporte, la única cofradía que puso en la calle el tintinánbulo y el conopeo, atributos característicos e innatos de una corporación con sede canónica en una basílica.
Fundada por los estudiantes de la Escuela de Comercio y denominándosela así por ello, la conocemos más por el capítulo de la Pasión que representa; Longinos clavándole la lanza a Jesús en el costado y ante la presencia de San Juan y las Marías.
Fue esta hermandad entre lo austero y lo reverencial, una de esas cofradías que suelen pasar desapercibidas durante su estación de penitencia, aunque no fue del todo así.
Fue en su barrio, a la salida y de regreso desde el primer templo jerezano, donde disfrutamos de la corporación en todo su esplendor. Carmen, Tornería, Barranco, Peones y Carpintería Baja, angostas calles en las que el grandioso misterio de Guzmán Bejarano toma casi vida. Un conjunto escultórico sobresaliente sobre un dorado bien cuidado a pesar ya de sus años, rematado por los claveles de color rojo oscuro y tallos largos de lirios.
En el martillo del misterio, el único paso que la hermandad presenta ante la ciudad, José Julio Navarro Sánchez, y sin acompañamiento musical al tratarse de una cofradía de rigurosa penitencia.
El misterio de la Lanzada es el único que procesionó, como viene siendo habitual cada Semana Mayor, con 39 costaleros, ya que se sacrifica uno de los cuarenta por el cajillo de la cruz. Ésta fue descendida al máximo sobre la canastilla para que el paso pudiera superar con holgura el dintel de la Basílica de Nuestra Señora del Carmen Coronada.
Los faldones que realizara para la corporación Elena Caro fue Premio Nacional de Bordados.
La hermandad carmelita agradó al público por su severidad, que por ser día festivo era más numeroso que en jornadas anteriores.
A pesar de que la Junta de Gobierno pide al público presente en la plaza del Carmen que reciba a la cofradía en silencio, éste rompió el silencio con aplausos al aparecer el misterio de la Lanzada por el umbral del templo.
Un manto de helechos predominan sobre el dorado de Manuel Calvo a los pies del Santísimo Cristo de la Lanzada.
La Señora del Buen Fin, titular de la cofradía carmelita, va siempre acompañando al Cristo de la Lanzada, una talla de principios del siglo XX pero con facciones de Virgen doliente.
Es objetivo de la corporación que la Señora tome las calles de Jerez en su propio paso en cuanto le sea posible.
Fue un día de recuerdos cofrades para la familia Daza, ya que uno de sus integrantes, Francisco Daza, nos dejó hace unas pocas semanas, y es esta una familia de artesanos muy ligada a la corporación carmelitana.
Fue en la Catedral donde pudimos contemplar una de las imágenes más representativas del Jueves Santo y que en su día fue utilizada para ilustrar el cartel la Semana Santa; la bajada a plaza Domecq con el primer templo al fondo.