Inmigración en Estados Unidos
Actualizado: GuardarLas masivas manifestaciones de estos días en cien ciudades de EEUU pidiendo que se regule la situación de los inmigrantes ilegales están presionando muy seriamente al Gobierno de George W. Bush, así como al poder legislativo norteamericano. Más de tres millones de personas, muchas de ellas de origen hispano, han salido a las calles para reclamar medidas de permitan legalizar la situación de casi doce millones de inmigrantes ilegales, con el argumento inapelable de que sin ellos no funcionaría el país. Este episodio tiene lugar envuelto en una doble paradoja: EEUU es el país occidental con el mejor modelo conocido de integración de la inmigración, un fenómeno social que forma parte de su historia e identidad colectiva y, de hecho, el presidente Bush está impulsando una nueva ley que facilita los trámites para dar papeles a los inmigrantes ilegales, al mismo tiempo que se compromete en reforzar la seguridad de la frontera con Mexico. No en vano el antiguo gobernador de Texas llegó al poder gracias a muchos votos de hispanos. El borrador propuesto por la Administración Bush legalizaría a diez millones de inmigrantes y otorgaría al año 350.000 visados de carácter temporal. Hace unas semanas se había llegado a un pacto en el Senado entre demócratas y republicanos para aprobarlo sin enfrentamientos. Sin embargo, la debilidad política del presidente Bush a estas alturas de su segundo mandato es manifiesta y se han rebelado contra su política varios senadores republicanos, con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre de este año.
Estos legisladores prefieren aparecer como duros ante la inmigración ilegal, aun cuando saben que es necesario adoptar medidas para facilitar la inserción social y un camino hacia la ciudadanía para los que ya están en territorio de EEUU. Y esta intransigencia de los legisladores es la que ha despertado enormes protestas sociales, en la mejor tradición norteamericana de lucha por los derechos civiles de los menos protegidos. El sueño americano es en buena medida el de los inmigrantes de origen hispano, que conforman ya una abigarrada minoría de 40 millones de personas.