El Carapalio
Actualizado: GuardarEn el Zoo de la Casa de Campo de Madrid puede contemplarse el espectáculo circense que hacen sus cuidadores argentinos con los otarios de la Patagonia. Nombre que suena a notarios con errata, ¿verdad, Pablo Gutiérrez Alviz? Pero así pone el cartelito científico, otarios, de las que cualquiera llamaría focas o en todo caso leones marinos. (Inciso sobre erratas: a veces mejoran el texto. Ponen en tus palabras la sal y pimienta que te falta. Tal me ocurrió cuando hice la visualización escénica de Javier Arenas como alcalde de Sevilla, presidiendo La Hiniesta por la calle Sierpes de Sevilla. Decía el texto con errata que la cofradía pasaba, en vez de ante el Círculo de Labradores, por el Ladradores. ¿Óle mis erratas güenas!).
Íbamos por los otarios, esos animales con nombre de errata a los que llaman leones marinos y todos conocemos como focas. Las focas de madera que en La Ola de la Callelinfierno llevaban en el morro un balón de colorines al que daban vueltas. Eso lo hacen, pero de verdad, las focas del Zoo de Madrid, a las que vi haciendo sus monerías, mientras abueleaba orgullosamente con mi nieta Ana. Viendo a las focas, me acordé del arte andaluz del mote. Y de un andaluz que los clava. Un poeta. Manuel Mantero. En una Tercera de ABC, divertidísima, Mantero le puso al separatista Carod Rovira un mote definitivo: El Carafoca. Ves la cara de Carod y estás contemplando una foca. Una foca que no quiere ser española, pero que trinca la tela como si lo fuera. Por eso, en cuanto las focas del Zoo madrileño empezaron su número circense, me acordé de Mantero, porque eran como Carod: talmente El Carafoca. Las focas del Zoo hacen lo mismo que El Carafoca: el pino si hace falta, con tal de trincar la tela; en este caso, las sardinas que les dan de premio.
No hay nada más andaluz que un mote que empiece por el prefijo Cara. A uno muy desagradable le llamaban Caracartón. A uno del fútbol le han puesto Caralápida. Carabolso era un famoso murguista de Sevilla. A un ayuda de mozospás, la gente del toro le puso Caralpargata. No conocí a Carabolso, y no sé si tendría la cara de un bolso. Pero sí conocí a Caralpargata, y era clavado: Caralpargata tenía toda la cara de una alpargata.
Aunque en Cádiz, como en muchas cuestiones de la gracia, nos aventajan a los sevillanos en esto de los motes. Y especialmente en los que empiezan por el prefijo Cara. Ejemplo definitivo: El Carataza. En el Carnaval está El Carapalo, a quien siempre recuerdo con el tipo de legionario, con el tacatá de mi mosquetón, con el meneíto de mi borlón. Están Los Carapapas, especialistas en chirigotas regias, de Don Juan Carlos a Pepe Botella. Pero nada como un personaje cofradiero, cuyo mote le oí a Carlos Alarcón en retransmisión radiofónica desde el Falla y creí fantasía suya, pues se inventa público inexistente con motes ficticios. El mote me deslumbró: El Carapalio. ¿Quién inventa un mote mejor para un capillita? Carapalio... Los hay que tienen toda la cara de un palio. Quizá de tanto mirar los palios...para criticar lo que les falta o les sobra. Cangrejeros a los que se les queda cara de palio, de tanto contemplarlos, extasiados, en movimiento. Pero El Carapalio de Cai existe. No es ficción. El Carapalio -me confirmaron Mon del Río y Quico Zamora- es un capataz de Cádiz. Sentado lo cual, me queda la duda, que abro a público debate: ¿quién se merece en cada Semana Santa andaluza el mote de Carapalio? Un problemazo. Porque en Cádiz hay un solo Carapalio, pero en toda Andalucía calculo yo que en esta semana cabemos a siete mil carapalios por metro cuadrado en cada ciudad. Que levante la mano aquel a quien en estos días del gozo no se le ponga un poquito cara de palio.