AUDIENCIA NACIONAL. La fiscal Olga Sánchez, de la mano del juez del Olmo en un acto en recuerdo a las víctimas. / EFE
ESPAÑA

La fiscal del 11-M discrepa del juez y cree que son tres los autores materiales de la masacre

Olga Sánchez ha presentado un recurso al auto de procesamiento en el que pide incluir al sirio Basel Bhalyoun entre los que colocaron las bombas Del Olmo desvela que los terroristas tenían 1,5 millones de euros para seguir matando

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La fiscal del sumario del 11-M estima que hay un tercer islamista entre los autores materiales del 11-M. Olga Sánchez ha presentado un recurso para que el juez instructor, Juan del Olmo, reforme el auto de procesamiento e incluya al sirio Basel Ghalyoun como uno de los islamistas que colocaron las mochilas-bomba en los cuatro trenes de cercanías.

Si el juez atendiese sus argumentos, el islamista sirio, que está en prisión preventiva, pasaría de estar sólo acusado de pertenencia a la célula terrorista -castigado con un máximo de 15 años de cárcel- a ser también el presunto autor de 191 asesinatos, 1.755 asesinatos frustrados y cuatro delitos de estragos terroristas (uno por tren). La nueva acusación, que hasta ahora sólo afecta a Jamal Zougam y Abdelmajib Bouchar, le enfrentaría a un condena potencial de más de 30.000 años de cárcel.

Ni la fiscal ni el juez tenían dudas hasta hace pocos meses de que Ghalyoun era uno de los que volaron los trenes. Un testigo herido en los atentados identificó, a través de fotos y vídeos, al sirio como una de las personas que viajaba en el tren minutos antes de las explosiones. Sin embargo, meses después, el juez realizó una rueda de reconocimiento en la que el mismo testigo mostró dudas a la hora de reafirmar su identificación. La falta de certeza hizo que Del Olmo no se atraviese a procesarle por la autoría material.

Olga Sánchez no está de acuerdo con esta decisión. Considera que el testigo no pudo confirmar la identificación porque el aspecto físico del imputado había variado de forma notable en la cárcel: se había rapado la cabeza y había engordado varios kilos. Mantiene que, además de la identificación, hay otra serie de indicios que sitúan al sirio en el núcleo duro del comando terrorista.

Uno de los inductores

Sánchez indica que Ghalyoun era uno de los miembros del grupo de radicales que constituyó en Madrid Mohamed el Egipcio, uno de los presuntos inductores ideológico de los atentados, y destaca que fue el propio líder terrorista quien señaló al Sirio como uno de los islamistas que colocó las bombas, en una conversación interceptada por la policía italiana. La policía también sabe que mintió cuando dijo que el 11-M se había levantado de la cama a las 10.30 horas, pues desde su teléfono móvil se hicieron un mínimo de cuatro llamadas en las horas previas a los atentados.

Las pistas que le involucran van más allá del 11-M. Las pruebas de ADN demuestran que un gorro de rezo que fue hallado en el piso franco de Leganés era de Ghalyoun. La vivienda de Leganés fue donde se refugiaron después de la voladura de los trenes los mochileros y donde siete de ellos se suicidaron el 3 de abril de 2004, al verse acorralados por el GEO.

Juan del Olmo destaca que el núcleo duro de la célula terrorista no sólo tenía intención de continuar con las matanzas sino que contaba con dinero de sobra para hacerlo. Los terroristas, de hecho, ya lo intentaron el 2 de abril, al paso del AVE Madrid-Sevilla, e hicieron un anunció publico en tal sentido al día siguiente -el mismo día que la Policía les acorraló en Leganés-, mediante un amenazante comunicado enviado al diario ABC.

Reserva económica

La Policía realizó un estudio de los bienes en poder de los terroristas y concluyó que el comando tenía «una reserva económica» de entre 1,3 y 1,5 millones de euros, que es el valor de mercado de los 59 kilos de hachís y de los 32 kilos de pastillas de éxtasis -125.800 comprimidos- que tenían guardados en un piso del madrileño Cerro de los Ángeles.

Es fácil imaginar el grado de destrucción que este grupo terrorista podía generar con tal reserva monetaria. La infraestructura necesaria para volar los cuatro trenes -explosivos, pisos francos, vehículos, armas y teléfonos móviles- les costó 53.205 euros -disponían de unos 105.000 euros-.