Sociedad

Una nave europea llega a Venus para estudiar el avance del efecto invernadero

«Queremos saber cómo funciona su atmósfera para aprender cómo funciona la de la Tierra» La 'Venus Express' mandará mañana la primera foto

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«Todo ha salido perfectamente», decía satisfecho ayer a media mañana Agustín Sánchez Lavega, uno de los astrofísicos españoles que participa en la misión Venus Express. La nave de la Agencia Espacial Europea (ESA) acababa de entrar en órbita de Venus después de 153 días de viaje y 400 millones de kilómetros. «Hemos superado los dos momentos críticos: el despegue, hace cinco me-ses, y la entrada en órbita, hoy. Así que estamos muy contentos», reconocía el investigador, cuyo equipo empezará en junio a trabajar con datos enviados por la nave de la ESA.

La entrada en órbita comenzó a las 9.17 horas, cuando el motor de la Venus Express se encendió durante 50 minutos para frenarla de los 29.000 kilómetros por hora de velocidad de crucero a los 25.000 kilómetros por hora necesarios para que fuera capturada por la gravedad del planeta. A las 9.45 horas, la nave se metió detrás de Venus durante 10 minutos. Después, los motores se apagaron y la Venus Express reorientó sus paneles solares y una de sus antenas para llamar a la Tierra, donde no se sabía nada de lo ocurrido, ya que las comunicaciones eran imposibles durante la frenada. Para los científicos de la misión, la tranquilidad llegó a las 11.12 horas: la estación de espacio profundo de la ESA en Cebreros (Ávila) captó el primer mensaje de la sonda desde el comienzo de la delicada maniobra. Europa estaba en órbita de Venus.

El despertar

«Teníamos una nave. Ahora tenemos una misión que empezará a funcionar mañana con la puesta en marcha de los instrumentos», explicó en el centro de control de la misión de Darmstadt (Alemania) el director general de la ESA, Jean-Jacques Dourdain. La Venus Express ha empezado a despertar después de cinco meses de letargo y se espera que mande mañana la primera imagen del mundo vecino, aunque los datos científicos tardarán más. Durante el próximo mes, el ingenio corregirá su trayectoria, ahora muy excéntrica, hasta alcanzar una órbita polar de 24 horas con el punto más lejano a 66.000 kilómetros de la superficie y el más cercano a sólo 250 kilómetros. «Estamos ante otro éxito de la tecnología y la ciencia europeas equiparable al de la Huygens, la sonda que aterrizó en Titán, y la Mars Express, que está en órbita del planeta rojo», sostiene Sánchez Lavega.

La Venus Express fue diseñada en sólo dos años, un tiempo récord, y despegó del cosmódromo de Baikonur (Kazajstán) el 9 de noviembre pasado en lo alto de un cohete ruso Soyuz-Fregat. Es una versión modificada de la Mars Express, ya lleva el instrumental de reserva fabricado para la nave marciana y para la Rosseta, que viaja hacia un cometa. La modificación más importante ha sido la reducción del tamaño de los paneles solares, ya que Venus está más próximo a la estrella que Marte y la nave recibirá más energía solar. Equipada con siete instrumentos, su coste ronda los 160 millones de euros, frente a los 300 de su gemela marciana.

«La inversión en una misión espacial siempre revierte a la sociedad en forma de avances en la microelectrónica, en la óptica, en las comunicaciones... Además, supone un avance en el conocimiento. Una de las cosas que queremos averiguar es por qué tres planetas tan parecidos como la Tierra, Venus y Marte son uno apto para la vida, otro un infierno dantesco y el tercero un mundo congelado», explica Sánchez Lavega. Saberlo ayudará a precisar qué mundos pueden acoger viuda cuando, en un futuro próximo, el instrumental permita detectar planetas del tamaño de la Tierra en torno a otros soles.

Los enigmas de Venus

La misión Venus Express es, ante todo, de investigación atmosférica. «Queremos saber cómo funciona la atmósfera de Venus para aprender cómo funciona la de la Tierra», señala el astrofísico vasco. Con una temperatura superficial a la que se funde el plomo y un efecto invernadero desbocado al que nuestro planeta nunca podrá llegar, Venus es un mundo oculto bajo una permanente capa de nubes que hizo fantasear a los autores de ciencia ficción de principios del siglo XX con la existencia de un vergel hasta que llegaron las naves espaciales.

Sánchez Lavega y su equipo -integrado por los astrofísicos José Félix Rojas, Ricardo Hueso, Santiago Pérez Hoyos y Javier Peralta- intentarán esclarecer algunos de los misterios de la atmósfera del planeta para aplicar lo que averigüen al estudio de la meteorología terrestre. A 60 kilómetros de altura, hay una corriente en chorro que alcanza los 360 kilómetros por hora que no saben a qué se debe. Los científicos tampoco saben cómo se forman las nubes que velan el planeta ni por qué los cráteres más viejos no tienen más de 500 millones de años cuando Venus nació a la vez que la Tierra, hace 4.500 millones de años. «¿Es un mundo geológicamente vivo? No lo sabemos».

Los investigadores de doce países embarcados en este proyecto de la ESA esperan que la Venus Express les ayude a despejar éstas y otras incógnitas. Durante los, como mínimo, 486 días terrestres -dos días venusianos- de la misión, la nave enviará a la estación de seguimiento de Cebreros 200 megas de información diarios, lo que al final equivaldrá a unos 240 DVD.