DE GIUSEPPE PICANO. La talla del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, después de salir de San Francisco. / ANTONIO VÁZQUEZ
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Sabor añejo, sobriedad y solemnidad para cerrar un gran Lunes Santo

El Cristo de la Vera-Cruz y la Virgen de la Soledad simbolizaron el recogimiento en la jornada de ayer y pusieron el contrapunto en San Francisco

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Antes de la salida procesional de Vera-Cruz ya se percibía un ambiente muy diferente al de la pasada Semana Santa. En esta ocasión reinaba la tranquilidad y no existía incertidumbre. Y es que, el tiempo acompañaba y atrás quedaban las lágirmas que brotaron en los penitentes y cargadores de esta muy ilustre hermandad que tuvo que suspender su salida procesional en la Semana Santa del 2005. La luz del sol brillaba cuando en el interior del templo franciscano se reunían los hermanos de esta hermandad, la más antigua de Cádiz. De nuevo, la plaza de San Francisco se convertía en el punto de encuentro para muchos.

Desde el altar mayor de la iglesia, el padre Ramón Estíbaliz se dirigía a los cofrades que iban a acompañar a los titulares. El fiscal, Miguel Brizuela, tomaba el mando como responsable del desfile que iba a comenzar en poco tiempo. Se forman las primeras filas. Algunos hermanos se abrazan. Al principio, la cruz de guía, va acompañada por un niño y una niña vestidos a la federica. Se colocan las rampas de madera en la entrada del templo y se abre la puerta con puntualidad. Aún es de día. La luna está fuera pero la luz del sol todavía no se ha ocultado. Cinco minutos antes de las ocho se prepara el paso del Cristo. Sale entonces el cuerpo de acólitos y por delante la capilla musical que va con este crucificado. También van con el paso de misterio dos policías nacionales de gala ya que algunos hermanos pertenecen a este cuerpo ya han solicitado dicho acompañamiento.. El paso avanza por el interior de la iglesia con la cruz tumbada. Se hace el silencio. El capataz, Benito Jodar, da algunas instrucciones. La maniobra es compleja.

Rezo

Antes, los cargadores rezan un Padrenuestro lleno de recogimiento y solemnidad. El paso va saliendo a pulso, despacito y con mucha dificultad. En la calle, no hay aplausos. Se guarda respeto. Una vez fuera, ponen derecha la cruz y se introducen bajo el paso los cargadores que antes estaban fuera. Entre ellos, el conocido Antonio Martínez Ares. Manolito Santander hijo va de aguador. El Domingo de Ramos hacía lo mismo en Las Penas. Pese a su corta edad parece que no se cansa y más bien al contrario, con mucho entusiasmo, ocupa su posición detrás del misterio de la Vera-Cruz. Un tímido aplauso siguió a la primera levantá.

Las secciones de la Virgen ya se han formado en el interior. Un miembro de la cuadrilla de la Soledad se despide de su familia. El impresionante paso de palio, adornado con flores blancas, es llevado hasta la puerta del templo a ruedas. Entonces comienza una maniobra también complicada pero muy bien resuelta por esta cuadrilla formada en su mayoría por hombres experimentados. Se colocan unas cuerdas y los cargadores se sitúan en el exterior para tirar de ellas y hacer que así salga el paso. Pedro Jiménez-Mena es el capataz encargado de dirigir a los suyos para que todo salga bien y en efecto, lo consigue ante la satisfacción de muchos. Colocan las patas al paso de palio y dan los últimos retoques ante la mirada atenta de los que han llenado la Plaza de San Francisco. El fiscal Miguel Brizuela observa cada detalle mientras que conversa con su padre, Melquiades. Tras unos minutos de espera se produce la primera levantá.

La Virgen de la Soledad, más acompañada que nunca, incia su peregrinar tras su Hijo. Lo hace con la marcha Soledad del maestro Escobar, interpretada por la banda Enrique Montero de Chiclana. Poco más tarde de las diez de la noche el paso del Cristo adornado con claveles rojos llegaba a la Catedral donde hacía su estación de penitencia. Detrás llegaba la Soledad bajo la atenta mirada de los que se concentraron en la Plaza de la Catedral. A las doce acababa de pasar esta cofradía por la carrera oficial y tomaba San José para regresar a San Francisco.