Lágrimas, pero de alegría, entre los cofrades del Carmen
A pesar del poco público congregado en la Alameda, se vivieron momentos muy intensos tras la salida del paso de misterio
Actualizado: GuardarExcelente ambiente el que se vivía ayer desde muy temprano en la Iglesia del Carmen. Tras un año de problemas y dudas, la hermandad del Prendimiento iba a salir una vez más como viene haciendo desde hace ya casi tres décadas. En el patio de la iglesia, así como en los pasillos de entrada se afanaban los capataces, con sus respectivos cargadores.
El hermano mayor Julio López, en el altar junto al párroco, mientras el padre Carlos Quijano, pedía «rezad en recuerdo de los que querían estar aquí y por el motivo que sea no han podido». Mientras los cofrades escuchaban las palabras de López, el director espiritual y párroco del Carmen, en el lado opuesto del altar, llamaba la atención a uno de los hermanos que se vestía a toda prisa y de forma disimulada en uno de los laterales de la iglesia.
Entre los muchos jóvenes que conforman la cofradía están Manuel, Julián y Francisco, aguaores del paso de palio y de muy corta edad. Los dos primeros debutan esta Semana Santa, el tercero, Francisco es hijo de Paco Palos y con este son siete años los que lleva realizando esta bonita labor. «Nos gusta la Semana Santa y mira que yo salí por probá» afirma el pequeño cofrade.
Son las cinco de la tarde y las puertas del Carmen ya están abiertas. La cruz de guía se detiene en la Alameda. Los primeros instantes son de nerviosismo, al intentar levantar el paso de misterio. Dan con la parte trasera con un retablo. Frente a la puerta, los cargadores rezan un Padre Nuestro, la Agrupación Musical Polillas toca Jesús en su Prendimiento y el paso todavía en el interior comienza a mecerse. Sin problemas y con mucha meticulosidad Fernández Pacheco y su cuadrilla sale al encuentro de los gaditanos cofrades en el exterior del templo. Ante tal salida, hermanos y cargadores del paso de palio todavía en el interior, lloran y se abrazan. Y es que el de ayer era un día de alegría contenida, pues como nos comentaba Guillermo, uno de los miembros de la Junta de Mayordomía, «hemos logrado sacar la hermandad en 40 días», en clara alusión a los problemas que han tenido este año. «Si la hermandad se hubiese quedado en casa, hubiera desparecido» sentencia, y añade «ha sido muy difícil, la nueva Junta no tenemos ni idea de cómo se hacía esto», en clara alusión a la inexperiencia en estos cargos.
Tan solo quince minutos separaron la salida de una cruz de guía y otra. Con dulzura y delicadeza la cuadrilla de Palos lleva a María Santísima del Patrocinio. Minutos antes el cofrade, que desde 1998 ha llevado al paso de misterio, daba recomendaciones a sus hombres. El paso iba adornado con claveles y rosas blancas, así como alelíes y flores de cera de la misma tonalidad. «Señores, los codos por dentro» indicaba uno de los ayudantes de Palos, a la vez que se rezaba por el momento que se iba a vivir y por los compañeros del paso de misterio.
Una vez fuera, como bien indicaba el capataz, la primera levantá estuvo dedicada al actual hermano mayor Julio López, que el año pasado fue el capataz de María Santísima del Patrocinio. Los cargadores dan vivas a la Virgen y rezan mientras marchan por la Alameda. A la vez, el paso de misterio descansa unos instantes en la esquina de Calderón de la Barca con Mina, momento que es aprovechado para fijar la candelería. Con Costalero de Dios, ponen rumbo hacía San José, para más tarde llegar a San Francisco.
Al cierre de esta edición el cortejo marchaba con todo su esplendor camino de su templo por la calle Bendición de Dios, tras pasar por la carrera oficial.