Editorial

Golpe al fraude y la corrupción

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El resultado de las operaciones Karlos y Halcón contra sendos fraudes a la Seguridad Social y a la Agencia Tributaria han centrado la atención informativa durante todo el fin de semana. En ambos casos la picaresca ha sobrepasado la delgada línea que siempre le separa del delito hasta convertirse en dos escándalos cuya trascendencia está aún por conocer, ya que todos los datos de la investigación apuntan a que son muchos los implicados directa o indirectamente.

En la trama de las bajas médicas irregulares, la Guardia Civil prevé una veintena de nuevas detenciones en los próximos días, la mayoría de ellos de beneficiarios es este fraude. Es evidente que los investigadores quieren seguir tirando de un hilo que enlaza directamente con la red de facturas falsas detentada en Ubrique -el cerebro de ambas es presuntamente el ex jefe de la Policía Local de Ubrique- y que puede deparar aún más de una sorpresa. Además, la Operación Halcón ha herido a un sector como el de la marroquinería que recibe apoyo de las arcas públicas y que actualmente está en la encrucijada de definir su futuro ante la competencia de otros mercados internacionales.

Han sido dos golpes al fraude organizado por los que hay que felicitarse y que saltan a la luz pública cuando aún se escuchan ecos del caso marbellí.

Es preciso que en la conciencia colectiva se instale la idea de que de verdad se persigue el fraude y con todos los medios disponibles. Sería muy peligroso que se pueda llegar a concebir con naturalidad que la corrupción esté instalada en muchas ciudades con impunidad para sus autores.