«Quieren echarnos desde que se supo lo de Ikea»
El Ayuntamiento tantea a los vecinos de la carretera de El Calvario para su realojo Treinta familias están afectadas
Actualizado: GuardarLos vecinos de la carretera de El Calvario están seguros de una cosa: aunque siempre ha existido la intención de regularizar la situación de sus viviendas, el comienzo de las obras del complejo comercial Area Sur, a cuyas espaldas se situará Ikea, «ha acelerado mucho el proceso», tanto que algunos dicen sentirse «indignados por la prisa que le ha entrado al Ayuntamiento» para que acepten una propuesta de realojo que implica abandonar sus hogares antes de que la multinacional sueca abra su centro en Jerez. «La verdad es que quieren echarnos, sobre todo desde que se supo lo de Ikea», explica Josefa Pérez.
Lo cierto es que las treinta casas levantadas en la carretera de El Calvario se han convertido en un auténtico escollo para el desarrollo comercial de Jerez por la zona. Las viviendas están situadas en la línea estratégica de la antigua carretera de Sanlúcar, donde se localizarán dos de los principales proyectos empresariales de la ciudad para los próximos años.
Algunas son construcciones sólidas, perfectamente acabadas, con más de treinta años de antiguedad, pero también hay chabolas semiderruidas, de estructura frágil y de techos de chapa, que no ofrecen «muy buena presencia a la vista de los compradores que vendrán al centro comercial», según explica Patrocinio Vargas, una vecina que espera marcharse «si el Ayuntamiento nos ofrece unas condiciones serias».
Hace mes y medio, dos técnicos municipales visitaron la zona para «tantear» qué posibilidades de negociación cabía con los vecinos de cara a su posible «realojo». Algunos, como Ana María Martín, se mostaron abiertamente favorables: «Si no nos vamos, nos tirarán la casa de todas maneras, así que lo que tienen que hacer es darnos un buen piso y todos nos ahorraremos problemas».
Francisco Mije, otro de los posibles afectados, también es consciente de que «tarde o temprano tendremos que irnos, porque para el Ayuntamiento y las empresas somos una molestia, pero muchos llevamos aquí décadas, tenemos hecha la vida, y no nos conformaremos con cualquier cosa».
Mije asegura que los técnicos municipales se limitaron «a preguntarnos si estaríamos dispuestos a negociar», aunque sin ofrecerles una alternativa concreta. Antonio Cabral, de 67 años, va mucho más allá: «Hace algún tiempo vinieron unos peritos, hicieron fotografías de las viviendas y mediciones, lo cual nos extrañó porque la barriada ha estado abandonada por el Ayuntamiento 20 años. Poco después nos enteramos de lo de Ikea, y hace un mes vienen a decirnos que si estamos dispuestos a negociar nuestra marcha. Ahora les ha entrado la prisa».
Josefa Pérez