![](/cadiz/pg060404/prensa/fotos/200604/04/068D2CA-TVT-P1_1.jpg)
«Ahora corren malos tiempos para la palabra y buenos para la violencia»
'El Loco de la Colina'entrevistó ayer a Paulo Coelho en la catedral vitoriana de Santa María
Actualizado: GuardarJesús Quintero se presenta en la catedral vitoriana de Santa María tal como se le ve por televisión. Llega para entrevistar a Paulo Coelho dentro del templo gótico en obras, alumbrado por los técnicos de su equipo y envuelto en una grabación de música gregoriana. Esta noche emitirá un avance de la charla en su programa El Loco de la Colina (TVE). La próxima semana se verá la conversación completa.
Más que un aire al torero Rafael de Paula, El Loco se da todo un vendaval al genial y atribulado diestro gitano de Jerez. «Me lo han dicho muchas veces en Andalucía», asegura Quintero con esa sonrisa que a veces concluye en carcajada. Seguro que le gusta el símil por cuanto De Paula representa un sentido estético, trágico y hondo de sentir la vida. Abrigo oscuro, amplios cuellos en la camisa, pañuelo como seña de identidad. El comunicador andaluz parece extraído de una lámina antigua. Mientras aguarda la llegada de Coelho, reivindica el poder de la palabra.
-Es la primera vez que sale de Sevilla para grabar una entrevista del programa. ¿Por qué?
-Por dos razones. La primera es que ha llegado el momento de entrar y salir de la televisión. Quiero romper una pared de papel y aparecer en Chiapas para entrevistar al subcomandante Marcos; volver al plató y hablar con la estrella del rock, la política o la cultura; y aparecer después con un mendigo en una esquina.
-¿Y la otra?
-Cuando surgió la entrevista a Coelho me vino la idea de un programa-piloto. Con el permiso de Vargas Llosa se titularía Conversaciones en la catedral. Las catedrales siempre me producen paz y quiero hacer más entrevistas así al Dalai Lama, a García Márquez, a los sabios, a los filósofos, a los que tienen cosas interesantes que contar.
-La televisión repleta de basura, y usted consigue altas audiencias con la persuasión de la palabra.
-Hay que volver al verbo. No es verdad que una imagen vale más que mil palabras. La palabra es un sacramento de delicada administración. Los azafatos que salen en televisión no superan las cuatrocientas palabras que puede tener una portera francesa. Hay una inmensidad de la nada en la pantalla, insultos, calumnias, golpes de efecto. Corren malos tiempos para la palabra y buenos para la violencia.
Los silencios
-Maneja los silencios como un arte.
-El silencio es la forma más sensible e inteligente de subrayar una respuesta. Sobre todo tras una pregunta-impacto o desgarrada.
-El periodista no debe protagonizar la charla, importa el de enfrente. ¿Con usted cambian las tornas?
-Estoy de acuerdo con que el periodista no debe ser el protagonista, pero quizá en este caso se deba a la leyenda o al personaje de El Loco. Cuando se está grabando le digo al equipo que preste atención absoluta al personaje.
-¿Cómo es posible gobernar al Risitas o al Cuñao?
-Es imposible. Es gente de la calle, muy auténtica, a la que no le impresiona nada y se expresa como es, muy libre.
-¿De quiénes ha aprendido más?
-De un personaje te quedas con la inteligencia o la magia o la sensibilidad o el desgarro... Me han dejado huella Borges, La Pasionaria -que me rezó un Padrenuestro-, los presos...
-¿Sobran preguntas o respuestas?
-Tengo más preguntas que respuestas.