MUNDO

La maldad en televisión

Alessi apareció compungido en un programa el viernes para defender su inocencia y pedir la libertad del pequeño, sabedor de que estaba muerto hacía un mes

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EL espantoso crimen de alguien que mata a un niño de año y medio no es lo peor. Lo peor es ver las imágenes heladoras del asesino casi produciendo ternura en televisión, defendiendo su inocencia, pidiendo la libertad del pequeño a los secuestradores. «Para mí los niños son como ángeles en la tierra, nadie puede tocarles», decía al borde de las lágrimas, sabiendo que hacía ya un mes que él y un amigo lo habían matado. Era 'La vida en directo' del viernes, uno de tantos programas dedicados a exprimir sucesos escabrosos.

Alessi pedía dinero por estas entrevistas. También había gozado de la hospitalidad de los Onofri cuando trabajó durante cuatro meses en su casa y le ofrecían un café, o llevaba a su hijo de seis años a jugar con Tommaso mientras él trabajaba. El padre del niño que luego secuestró incluso le pagó adelantos que él le pedía sin terminar la obra, porque andaba mal de dinero.

Medios

Las imágenes de Alessi hacían ayer revolverse el estómago y, con lo que se sabe ahora, colocaban al asesino bajo la luz espectral de la más impenetrable maldad. A Alessi se le quebraba la voz mientras su esposa le agarraba la mano. La misma mujer, cómplice del secuestro, que unos días antes reprochaba a los padres de Tommaso -ahora se ve con cuánta maldad- haber dado sus nombres: «Al señor Onofri mejor le valdría limpiar la suciedad que le rodea, en vez de acusarnos». Se refería a uno de los episodios más desagradables del caso, cuando la policía encontró imágenes de pornografía infantil en el ordenador de Paolo Onofri. La familia, de carácter sombrío, ya era mirada con cierto desapego, pero este incidente les colocó en la picota. Se convirtieron en sospechosos. Sus vidas fueron destripadas en todos los medios. Como otras familias, colocadas de improviso en el centro de la atención pública por una desgracia y sin ninguna experiencia de protagonismo, los Onofri se vieron rodeados de cámaras y el padre a veces parecía hablar demasiado. Estaban desbordados y vivían una pesadilla.

La increíble facilidad con que jueces y policías italianos filtran los mínimos detalles de los sumarios a la prensa, casi en tiempo real, cargaron más la atmósfera del caso. Ayer, el consejo de la RAI admitió que algunos programas habían tendido a culpabilizar al padre.