PAN Y CIRCO

Sin emoción

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Decíamos que algunos jugadores no aprenden. Entre otras cosas porque suelen ser expulsados por locuras y estupideces propias y porque poco o nada ayudan a los árbitros. Esta semana han querido ser de nuevo los protagonistas. Esta vez, por circunstancias ajenas a los terrenos de juego y porque reivindican algo que les corresponde. Demandaban el cobro de dos meses y, como hubiera hecho cualquier ciudadano, han amenazado con ir a la huelga este fin de semana. La verdad es que no me hubiera importado. Ya sé que sería alargar la agonía del Cádiz unos días más pero, unos días más en primera devisión, al fin y al cabo.

Lo más curioso de todo este asunto es que, para una vez que nos podemos solidarizar con los colegiados, no le echamos ni cuenta. Los jugadores que suelen vivir en su mundo (son un buen puñado) ni se habían enterado; otros no tenían dudas de que la Liga no se pararía y otros, demasiados problemas tienen ya con evitar el descenso, como para ponerse a reflexionar sobre el futuro del arbitraje español... o con el futuro propio que ya hay algunos representantes moviendo ficha y el equipo aún no ha bajado a segunda y, no los tenemos muy lejos, creánme. De ahí el optimismo con el que me he levantado esta mañana. Los periodistas sabíamos desde el primer momento que la huelga no se llevaría a efecto porque la deuda no era demasiado elevada, porque sería un escándalo la ausencia de fútbol un fin de semana, porque la selección española pesa mucho, y porque el fondo del problema encierra un conflicto entre la liga y la federación que no mantienen el idilio deseado desde hace mucho tiempo. A pesar de que el suspense se alargó hasta ayer, el aficionado tampoco ha dado muestras de nerviosismo. Nadie se lo ha creído y muchos han evitado darle publicidad porque, mira qué casualidad que la mayoría estaban dispuestos a hablar. Incluso, más de uno ha deseado que no se les pagase, dada la lista de errores acumulados. Esperemos que mañana no se equivoquen en el Valencia-Cádiz.