CARNAVAL DE CÁDIZ
La Viña pierde compás sin Manolo Santander
El barrio se queda huérfano de un estilo de chirigota en vías de extinción y sus amistades pierden «a una persona insustituible»
Su medio mollete con mantequilla ‘salá’ y su vaso de tubo de cerveza en el ‘Bar nuestro de cada día’ , sus historietas (mitad verdad, mitad «mentirijillas») contadas en la esquinita de 'Casa Torres' , su malaje, su guasa, sus conviás y la de los demás, sus tardes en Fondo Sur con Meli y Manolín, los consejos a su niña, sus mañanas en la orilla de La Caleta, sus ensayos, las charlas con su hermano Emilio, su pasodoble cantado por lo ‘bajini’ y, cómo no, su chirigota, o «la nuestra»....Hoy todo recuerda a Manolo Santander en el barrio de La Viña.
La tristeza se ha apoderado de un barrio herido de muerte. Sus tipos, sus pasodobles, sus recuerdos y hasta su obituario ocupan un lugar de excepción en bares y negocios de la zona, donde brotan las conversaciones sobre el maestro del compás . Cádiz pierde una leyenda. Ya no habrá más carnavales con Manolo pero, sobre todo, faltará el amigo, el consejero, el padre, el marido y tantas otras cosas que cuentan de este viñero de adopción que instauró toda una filosofía de vida y de chirigota.
Las calles rezuman tristeza y su ruta, la que hacía a diario cuando la salud se lo permitió, tiene tantos socavones que se hace difícil caminar. Dolor, mucho, pero todos quieren hablar, todos quieren recordarlo como bálsamo contra el olvido. Parece que no se hubiera ido. Hasta el vaso de tubo de cerveza espera su llegada en el Bar Nuestro de cada día, con Carlos y Laura aguardando para volver a soportar sus cargas . «Todavía no me lo creo», dice Carlos, mirando con nostalgia el obituario, ya enmarcado, que cuelga en una de las esquinitas de su bar, «el bar de Manolo», apunta con orgullo.
Un pasodoble inmortal
Sus tipos cuelgan en el comedor interior y una frase de su mítico pasodoble al Cádiz CF dan la bienvenida al local. «¿Cómo nos vamos a olvidar de él?. Para nosotros no se ha ido un chirigotero, para nosotros se ha ido un amigo», comentan Carmen y Jose, vecinos con los que compartía tertulias en esta esquinita de la calle La Rosa y con quienes sufrió uno de sus golpes más duros: el cierre de Delphi . «Juntos nos quedamos en la calle, juntos sufrimos y juntos luchamos por lo que creíamos que era nuestro», asegura su vecino.
«Tenía una seriedad graciosa, porque donde tú lo veías, te soltaba unos toquetazos que te tenías que reír», relata Marisa, propietaria de Casa Torres , donde el chirigotero ensayó durante varios años. «Aquí ensayaban, aquí se vestían y aquí hemos reído y llorado con el Carnaval. Éste era el punto de partida de su chirigota y éramos de los primeros en escuchar el pasodoble cada año», recuerda, a la vez que presagia un Carnaval diferente, con gran tristeza.
Precisamente, muchos de sus vecinos aseguran que desde que falleció Manolo, «el barrio está triste, se nota en el ambiente que le falta algo», apunta Juan, otro de los inquilinos de la calle Celestino Mutis , donde vivía con su familia el chirigotero. «¿Ves?», señala el viñero, mirando hacia una calle que por momentos se queda completamente en silencio. «Estamos de luto», sentencia.
Y si en el barrio de La Viña se va un amigo, en el Carnaval de Cádiz se pierde un estilo genuino. Se va una manera de entender la chirigota, a la vez que se marcha el estandarte de Francis, Manolo, Lupi, su Carlitos y muchos más . «En Cádiz se habla siempre de la división del Carnaval entre lo clásico y lo moderno. Pues bien, Manolo está entre lo uno y lo otro. De ahí su sello único, inconfundible. Caleteros hay muchos pero Manolo Santander solo había uno», afirma Luis Ripoll, uno de los autores que mejor conocía en lo personal al ilustre caletero.
Así lo reafirma su último compañero de batallas, José Manuel Sánchez Reyes . «Manolo me dio la bendita oportunidad de compartir con él sus tres últimas chirigotas desde aquel primer encuentro en el bar Los platillos volantes. Tan lejos de su entorno viñero que ya ese primer día estaba poniendo pegas», recuerda el chirigotero. «Aún no somos conscientes de qué hemos perdido y esta semana nos hemos dado el pésame unos a otros porque se nos va uno de los últimos grandes iconos de Cádiz y su Carnaval. Va a ser muy doloroso pasear por la Viña sabiendo que va a ser imposible encontrártelo», lamenta.
Como no podía ser de otra manera, esta ruta viñera de Manolo Santander tenía que acabar en la playa de La Caleta . Tal y como cuenta Germán García , «aquí lo vamos a recordar. Esas charlas orilleras como él solía llamarlas, donde tanto nos reíamos. Esas mañanas de verano se echarán mucho de menos». Para él, era tierra sagrada. Allí se empapaba de mar y de Cádiz. Allí se inspiraba y allí se embadurnaba de gaditanismo para después traducirlo en forma de chirigota, de gracia o de gesto al resto de los mortales. Un lugar de culto para reencontrarse con Manolo, con su estilo y con su arte. «En la orillita de La Caleta».
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Carlos (Bar Nuestro de cada día): «Por encima de todo se ha ido mi amigo»
Carlos regenta el bar de cabecera de Manolo Santander desde hace seis años, aunque hace más de dos décadas que se conocieron. «Aún no me lo puedo creer. Todo me recuerda a él. Sus bromas, sus cosas..Por encima de todo se ha ido mi amigo y una gran persona, que siempre estuvo apoyándome».
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Germán (Presentador de Onda Cádiz): «El mejor contador de historias que he conocido»
«No he llorado tanto a un amigo como a Manolo. Para mí se portó como un padre y me hizo sentir parte de la familia. Lo echaré mucho de menos, esas charlas orilleras en La Caleta, sus consejos, su espíritu reivindicativo. Sin duda, el mejor contador de historias que he conocido».
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Pepe Mata (Cádiz CF): «Hizo de su sencillez una filosofía de vida»
«Hizo de su sencillez toda una filosofía de vida y eso es precisamente lo que le hizo ser lo que es. Sencillez para crear, para hablar, para relacionarse...Y como cadista, hizo una labor inmesa. Lo mínimo que podemos hacer es que su pasodoble siga sonando siempre en Carranza»
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Sánchez Reyes (Autor): «No olvidaré su manera de montar una chirigota. Un espectáculo»
«El vacío que deja es tan grande que de Manolo lo voy a echar de menos todo. En lo personal, alguien cercano, humilde, que me dio la bendita oportunidad de compartir con él sus tres últimas chirigotas desde aquel primer encuentro en el bar Los platillos volantes, tan lejos de su entorno viñero que ya ese primer día estaba poniendo pegas. Alguien que ha marcado a mi mujer y a mis hijos por su manera de acogerles y de darle tanto cariño», asegura Sánchez Reyes.
«En lo carnavalesco, un hombre con una idea tan clara de lo que tenía que hacer que no la cambió desde que era un chaval. Murió, desgraciadamente nunca mejor dicho, abrazado a un estilo y en lo más alto cuando mucha gente ya dudaba de que iba a recuperar los éxitos. Jamás olvidaré su manera de montar la chirigota. Un espectáculo. Con un oído privilegiado pese a no tener formación musical y sin ser un virtuoso de la guitarra. La auténtica grandeza del Carnaval gaditano», añade.
«Aún no somos conscientes de qué hemos perdido y esta semana nos hemos dado el pésame unos a otros porque se nos va uno de los últimos grandes iconos de Cádiz y su Carnaval. Va a ser muy doloroso pasear por la Viña sabiendo que va a ser imposible encontrártelo», lamenta el chirigotero.
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Luis Ripoll (Autor): «No escribía con un boli, escribía con el alma»
«Desde que empezó en el Carnaval hicimos una amistad que nos duró toda la vida. Por eso, el hueco que nos ha dejado seguirá toda la vida. Además de amigo, en el Carnaval deja un vacío porque su sello era único. Entre lo clásico y lo moderno, ahí estaba Manolo Santander».
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Marisa (Casa Torres): «Echaré de menos esa seriedad tan graciosa»
«Ensayaba en mi negocio y allí nos quedábamos horas con él. Ensayos, finales, carnavales...éramos una gran familia. Tenemos miles de anécdotas, tanto de reír como de llorar. Recuerdo ahora el último cajonazo. Él llorando allí con Meli, sus hijos, su hermano Emilio y nosotros»
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Antonio Martín (Autor): «Ha muerto defendiendo lo suyo»
«Con él se me ha quedado dormido parte del corazón carnavalesco. Hemos compartido mucho desde sus inicios. Siempre me decía que hablábamos el mismo idioma y así era en nuestros gustos y nuestra defensa de Cádiz y La Viña. Se ha ido tocando la gloria y defendiendo lo suyo».
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Antonio Rivas (Autor): «Vivimos momentos gloriosos en el Anticuario»
«De niño vivía enfrente de mí. Luego era asiduo a mi Taberna El Anticuario, donde tuvimos momentos gloriosos. La última vez que compartí mesa con el fue en el bar nuestro de cada dia, con Meli y Germán, donde le conté por qué el bar se llamaba antes el 606, y nos reímos tela. Así quiero recordarlo».
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