Con C de Cádiz
«Mi vida ha mejorado porque me gusta Cádiz»
'Salomón' era profesor en Senegal y dejó su trabajo para emprender como mantero una aventura que ya suma diez años
Bah Fall es su nombre, pero en Cádiz todo el mundo que lo conoce le llama 'Salomón', un apodo inventado por este mantero senegalés que lleva diez años en la Bahía apoderándose del cariño de todos los gaditanos que lo han conocido ya sea en terrazas, bares o restaurantes. 'Bah' con el 'qué pasa picha' en la boca todo el día y vende pulseras -como antes CD- como el que tira migas de pan a las palomas. Porque Salomón tiene arte. Más arte que pulseras. Es eso lo que siempre ha vendido, mucho más que una mercancía que le da para ir tirando. Su radiante sonrisa, su cercanía y su saber estar le han llevado a ganarse el respeto de comerciantes, clientes y hosteleros, que no dudan en servirle un café y un bocadillo cuando 'Salomón' hace un alto en su sufrido camino. En un día de temporada alta, a este musulmán profesor de literatura se le puede ver por la mañana en Puerto Real, por la tarde en Cádiz y por la noche en Conil. Y junto a él, su sonrisa. Eterna en el rostro de un trabajador que vino a España persiguiendo un sueño y que de momento se conforma con vivir una aventura en la que se introdujo hace ya diez años.
-¿Cómo llega a España y acaba vendiendo en Cádiz?
-Yo soy de Senegal. Concretamente de Keur Massar, una localidad cercana a Dakar. Soy de una familia con seis hermanos y con unos padres donde él era profesor.
-¿Y cómo se ganaba la vida allí?
-Hice bachillerato de literatura en 2003 y luego Magisterio en Dakar, donde pasé haciendo la formación de maestro dos años. Con eso ya, me matriculé para hacer Filología Hispánica. Con ello me llevé dos años pero no la conseguí porque no me daba la nota para pasar de curso.
-¿Porque no le puso demasiado interés o por otro tipo de complicaciones?
-Estudiar, estudiaba, pero la verdad es que era muy compleja y la exigencia en esa Universidad era tremenda. Lo intenté, pero no pude. Además, mi padre falleció y tuve que volver a mi casa con mi madre y hermanos. Tenía yo alrededor de 25 años.
-¿Y qué hace a su vuelta al pueblo?
-Yo tenía Magisterio y comencé a trabajar en Louga, una región a la que pertenece mi pueblo, como profesor de Primaria.
-¿Todos estos cambios los hace solo o con pareja o familia?
-A ver, en esos momentos yo estaba soltero aunque ahora tengo mujer y dos hijos en Senegal. Mi mujer es profesora de Geografía e Historia y sigue dando clases allí. Me casé con ella en 2015, la primera vez que fui a Senegal después de venirme a trabajar a España.
-Interesante. Luego tocaremos esa jugada. Supongo que además del castellano, también domina el francés.
-Sí, sí, en Senegal es el idioma oficial ya que lo empezamos a estudiar desde Primaria.
-¿Y por qué de buenas a primeras decide dejarlo todo para venirse a España a vender en la playa?
-En primer lugar, yo no me sentía realizado del todo y no estaba muy bien allí. Tampoco tenía cargas de ningún tipo pues estaba soltero cuando tomé la decisión. Tenía trabajo de lo que había estudiado, pero no sé, me faltaba algo... Es cierto que tenía una vida medianamente ordenada y con un salario digno con el que poder vivir allí sin complicaciones, pero yo quería algo más. Así estuve mucho tiempo hasta que decidí venirme. Y no, tampoco sabía que iba a vender en la playa pulseras. Quería venirme pero no sabía qué me podía deparar el destino. Buscaba una aventura y la encontré. Pensaba que en España podía mejorar mi vida, encontrar algo que me satisfaciera más...
-¿Vino con la idea de ser profesor?
-No, no. Vine con la idea de que me saliera algo, lo que sea con lo que pudiese vivir.
-¿Y qué le dice su familia?
-Uf. Mi padre, que era maestro, había fallecido y mi madre me pedía que no lo hiciera, que me quedase allí porque tenía mi trabajo y una vida tranquila. Mis hermanos, algunos lo entendieron y otros menos, pero todos me animaron si eso era lo que yo quería.
-¿Y desde su país llega directamente a Cádiz o aquí cae de rebote?
-No, no. A Cádiz no llego como primer lugar. Eso fue después. Primero volé de Senegal a Lisboa y de Portugal tiré en autobús a Madrid y de allí a Málaga, donde tenía un amigo que me había vendido bien la idea de vivir allí y me dejaba al principio entrar en su casa. Sí es verdad que durante el año que estuve en Málaga vinimos unos días en Carnaval a vender a Cádiz y ya me enamoré de de su gente, abierta y divertida.
-¿Y cómo le va ese año en Málaga?
-No muy bien, más bien mal. Mi amigo vendía en la calle y me lo propuso aunque la idea no era esa cuando él me lo contaba por teléfono para que me fuera. Yo dije en mi casa que me iba de Senegal para mejorar mi vida y que no tenía pensado volver.
-¿Y lo ha conseguido? ¿Ha mejorado su vida?
-Un poquito, no mucho. Al menos, no lo que yo esperaba.
-Bueno, la vida es así. Sigamos con la etapa en la Costa del Sol si le parece.
-Allí estuve un año y pico trabajando en las calles de Fuengirola, Mijas... Mi amigo me daba la mercancía y yo trataba de venderla por los paseos marítimos, por los bares y restaurantes. Me veía en esta situación y cuando hablaba con mi hermano, que estaba preocupado y triste como toda mi familia, yo le contaba lo mal que lo estaba pasando. Le dije que aquí no veía bien la situación y que sí, que me iba a volver a Senegal. No me gustaba la gente que veía en este mundillo, que me resultaba difícil todo. Me engañaron y me dijeron una cosa que era falsa.
-¿Su amigo le engañó?
-Bueno, en realidad no. Elia, que el pobre falleció por un problema de corazón hace unos años, me lo pintaba muy bonito porque me veía mal en Senegal y me vendió lo que él pensaba. Me decía que en Málaga encontraría trabajo en otro sector, pero no fue así. Él era mi mejor amigo y me ayudó teniéndome en su casa. Poco le puedo reprochar, lo que pasa es que era demasiado positivo con todo. Pero yo tenía que vender sí o sí para poder vivir, comer, pagar la casa. Era y sigue siendo muy difícil.
-Y vuelve a Senegal.
-No. Lo que pasa es que cuando decidí volver ya no tenía mi puesto de trabajo porque, en mi marcha, no había pedido la excedencia. Mis amigos profesores me confirmaron que había perdido mi plaza. Entonces, le dije a mi hermano que iba a aguantar porque para ir y venirme la situacion era muy mala porque esos viajes y vuelos valían un dinero.
-Y entonces recuerda aquel Carnaval en Cádiz.
-Sí, recuerdo que nos quedamos en un hostal del centro que se llama el Hostal de Inma. Vi que la gente era muy agradable y abierta y me doy cuenta que con Málaga es muy diferente. Ya aquí, tengo un amigo que alquiló un piso en Puerto Real y me llamaron para que me metiera con ellos porque es más barato que en Cádiz.
-Bueno, Salomón. Vayamos a lo de su matrimonio. ¿Se casa con su mujer viviendo en España y ella allí? ¿Eso cómo es?
-Sí, sí. Llevo casado desde 2015, fue el primer año que fui de vacaciones a Senegal para pasar cuatro meses. Ya la conocía antes de venirme a España y una vez allí hablamos y nos casaron. Cada mes mando dinero a casa. Echo de menos a mis hijos mucho pero esto lo hago pensando en un futuro mejor para todos.
-¿Y cada cuándo os veis? ¿Ha venido ella a Cádiz alguna vez?
-Ella todavía no ha venido, pero yo voy allí cada año. Ahora en Navidad quiero ir. A ver si puedo...
-Ha comentado antes que su vida ha mejorado un poco, pero no lo que soñó. ¿Por qué ha mejorado?
-Ha mejorado porque me gusta Cádiz y eso suple a lo que creía que podía ganar y que finalmente no he ganado nunca.
-¿Aconsejaría a otros compatriotas suyos esta aventura?
-Estoy aguantando, pero es muy difícil. La libertad es de cada uno.
-¿Tiene una fecha de regreso a su casa, con su familia?
-Sí, quiero volver dentro de cinco, seis o siete años. Pero hay que plantear la vuelta porque Senegal no es fácil tampoco. Quiero ahorrar algo con la idea de montar un negocio allí. Luchar con mi mujer, que ella sí está trabajando allí como maestra, y vivir de un negocio que podamos montar.
-¿No se plantea volver a ser profesor?
-Ni me lo planteo ni puedo porque ahora piden un nivel que yo no tengo.
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