SUCESOS

Una ventana a la otra realidad

El hallazgo del cadáver de Pilar Manzano cinco años después de su muerte ha sacudido la conciencia social acerca de problemas como el abandono y la soledad

Los servicios funerarios retiran el cadáver F. JIMÉNEZ

MARÍA ALMAGRO

Quizá cuanta más gente haya a tu alrededor más solo te puedes sentir. Te paras y miras. Por tu ventana ves pasar al día a cientos de personas . Se ríen, conversan, se enfadan o abrazan, buscan regalos, llevan prisa, se entretienen. Pero tú sigues ahí, en tu propio vacío. Entonces, te das cuenta que, hace ya tiempo, fuiste la que levantó el muro que te mantiene encerrada. Hasta que un día, al dejar entreabierta esa ventana, todo el mundo descubre y habla de tu soledad y piensan más en ti que nunca. Ocurrirá tarde y por casualidad, aunque el ajetreo de la vida te haya estado rodeando todo este tiempo.

El hallazgo del cadáver de una mujer en pleno centro de Cádiz cinco años después de su muerte ha puesto el foco en cuestiones que van más allá de un escalofriante suceso. Se ha hablado esta semana de pena, de sorpresa, de descomposición, de morbo. La protagonista ha sido Pilar Manzano Gómez , una gaditana que falleció en su casa de Columela, esquina Rosario con 49 años y con una serie de problemas que, al parecer, pudieron llevarle a este macabro final. Problemas que ahora están en boca de todos, pero a los que nadie puso solución en su momento. Hay quien habla por tanto de una sociedad fracasada y egoísta que no mira a la cara, y a quien asegura que esta historia se intentó cambiar «miles de veces» pero jamás se consiguió. La negación pudo ser su peor enfermedad.

La vida de Pilar Manzano acabó a finales de 2010 pero para su familia, amigos y vecinos murió este lunes . Más o menos a las diez de la mañana. Quien lo certificó fue Manuel Guirola, un pintor de Barbate que repasaba la fachada del número 33 de Columela como le habían mandado. Era un día más de trabajo hasta que dejó de serlo. Cuando estaba quitando un rodapié del balcón central de la segunda planta vio algo extraño. «Una sombra muy rara». Al asomarse se encontró una habitación llena de basura y, sobre la cama, un cadáver. «No me lo podía creer.Primero pensé que era un muñeco. Se lo dije a mi compañero y creyó que era una broma, ¿cómo iba a ser eso? Llamamos corriendo a emergencias y ya vinieron los bomberos y la Policía». Horas después se confirmó que el cadáver correspondía a Pilar, cuya desaparición no se había denunciado jamás. Nadie la había echado de menos.

María Antonia pasea despacio por la calle Rosario. Como cada día baja, «bien arreglada», a dar su paseo. Se para justo debajo del balcón desde donde se anunció la muerte de su vecina. «Pobrecita. Me ha dado mucha pena», cuenta. « La conocía de toda la vida . Era de las mejores familias de Cádiz. Su padre, capitán marino mercante, y su madre, una mujer estupenda.El abuelo regentaba en el bajo una exquisita mantequería. Se llamaba Manganeli... Siempre fue gente de dinero». Una finca de tres plantas del número 33 de la céntrica calle Columela, en pleno arteria comercial de la ciudad, da cuenta de ese detalle. «Pili se educó en las Esclavas y luego se hizo enfermera». Pero poco a poco, lo que había construido comenzó a desmoronarse. Ocurrió cuando a ciertos problemas psíquicos se sumó la bebida.

Y entonces llegó el aislamiento y la autodestrucción . «No quería relacionarse con nadie. Siempre iba con su madre cuando ésta vivía pero nada de amigas. Caminaba por la calle mirando al suelo. Iba al bar, se tomaba lo que fuera y se volvía a casa». En el mismo edificio habían vivido muchos de sus primos pero se habían ido marchando a distintos ciudades de España. Incluso aquí, la fatalidad también quiso intervenir. El único familiar que le quedaba como vecino, falleció en 2011 cuando un cigarro prendió fuego a la tercera planta del edificio. Entonces, cuando los bomberos acudieron a rescatarlo, Pilar ya yacía muerta escaleras más abajo.

«No quería escuchar a nadie ni se dejaba ayudar a pesar de que lo intentó mucha gente»

La incógnita

¿Y cómo es que nadie se dio cuenta durante cinco años?, se pregunta todo el mundo. « Un día bajó y se despidió de todos . Nos dijo que se iba a Madrid a casarse con un músico que tocaba en la calle». A Carmen le extrañó. «Pero bueno, vivió como le dio la gana...».

Ella vende cupones en Columela con Rosario y es una de las personas que guardaba más relación con la fallecida. «No quería escuchar a nadie. Si le decía algo que le molestaba, estaba varios días sin hablarme». «Vinieron varias veces las asistentas sociales pero no hubo manera de que entrara en razón. Era incorregible». Tampoco escuchó a la comunidad franciscana a la que había pertenecido. «Le quisieron acompañar a que se tratara pero tampoco...». Ni atendió a un tío suyo psiquiatra que también lo había intentado hace años.

Su supuesta marcha a Madrid para casarse hizo que nadie denunciara su desaparición

«Nos extrañó no verla pero como se despidió, nadie pensó en que algo así pudiera haber pasado», dice María, vecina de Columela. «Además nos dijeron que la habían visto en Madrid...» -mira con tristeza a la ventana-, «ahora pienso que nunca salió de ahí». De ese lugar donde llegaron las notificaciones de cobro que nunca se pagaron y donde más de una vez llamaron a la puerta pero nadie abrió. Tampoco la administración se olvidó de ella. Lo último: un aviso de inicio de expediente que le hizo el Ayuntamiento a través del BOP en julio de 2014 para que comenzara una rehabilitación de la finca.

Será la investigación policial y los análisis forenses de lo poco que queda del cuerpo de Pilar Manzano lo que dé luz a esta macabra historia que ha conmovido a todo el país, pero que, también ha sacudido la conciencia social acerca de problemas como la soledad, el abandono o la marginalidad social. Del saber cómo y cuándo actuar, y de si es obligatorio hacerlo cuando una persona pierde el control de su voluntad.

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