TRIBUNA LIBRE

La Triada olvidada: La Policía Local, el Campo de Gibraltar y el Narco

Que la Agencia Tributaria, a través de Vigilancia Aduanera, también está doblemente embarcada en esta lucha, es igualmente un hecho demostrado

Operación antidroga de la Policía Nacional en el Campo de Gibraltar. L.V.

Ernesto Pérez Vera

Es un hecho incontestable que el Ministerio del Interior del Gobierno de España lleva año y pico o dos años redoblando sus esfuerzos humanos y materiales para perseguir los delitos protagonizados por los narcotraficantes en la provincia de Cádiz, especialmente los que se producen en mi comarca, en el Campo de Gibraltar . Que la Agencia Tributaria, a través de Vigilancia Aduanera, también está doblemente embarcada en esta lucha, es igualmente un hecho demostrado. No hay más que abrir un periódico cualquiera de la provincia, cualquier mañana, para ver que a diario son decomisados miles de kilogramos de droga , infinidad de coches de alta gama sustraídos y preparados para la carga y el transporte de aquellos miles de kilos, intervenidos cientos o miles de litros de combustible destinado al suministro logístico de las embarcaciones que cruzan el estrecho y, por supuesto, son muchísimas las personas que están siendo puestas a disposición judicial día tras día. ¡Ole, ole y ole!

Por detener que no sea, pues están cayendo –cada vez más y por fin– hasta las ratas que llevan lustros royendo la quilla y el timón del barco de la ley y la justicia, para hacerlo zozobrar. Sí, en efecto, me refiero a quienes siendo miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad o de otros estamentos comisionados para perseguir el crimen, desertan del bien y se alistan en el mal, para vivir a lomos de lo sucio, de lo puerco y en el lado oscuro de la vida. Estoy encantadísimo con las loas políticas, sindicales, ciudadanas y mediáticas que reciben los funcionarios estatales encargados de reprender estos y otros crímenes que, dicho sea de paso –y me reitero a propósito–, en los últimos tiempos están brillando sobremanera. Pero qué quieren que les diga, un servidor sirvió varios trienios en un cuerpo de policía local , concretamente en el de La Línea de la Concepción, por lo que como exmunicipal siento prurito al no percibir las mismas alabanzas, en olor de multitudes, por los servicios que los policías locales hacen, y que siempre han hecho, en el Campo de Gibraltar para ponérselo complicado al narco. ¡No somos de segunda división ni de segunda clase!

Ahora, hoy mismo, se está aplaudiendo con razón y todo merecimiento la incautación de la gasolina perteneciente al aparato logístico de las bandas organizadas que trasladan desde África hasta la península ingentes cantidades de ‘chocolate’ de fumar , lo cual se lleva a cabo, naturalmente, en lanchas rígidas, semirrígidas y en casi todo tipo de aparatos flotantes y gobernables. Empero estas actuales requisas en absoluto resultan algo novedoso en la vetusta guerra que contra el tráfico de hachís se libra en este rincón del sur del sur, dado que por centenares podrían contarse las garrafas de combustible que la Policía Local linense, sanroqueña, barreña y algecireña ha retirado históricamente, durante su traslado vial clandestino, cuando iban a transferirse al circuito de funcionalidad operativa de las redes delincuenciales dedicadas a este sector tan particular del crimen.

Qué podría decir, sino lo mismo que sobre todo lo anterior, respecto a las muchísimas detenciones materializadas por delitos contra la salud pública que los municipales campogibraltareños ejecutan sin cuartel (también en el resto del territorio nacional). Y sobre la recuperación de coches sustraídos que como fin tenían el de servir al movimiento de los bultos de hachís, más de los mismo. Tanto es así lo antedicho, que aunque ustedes estén leyendo estos párrafos en otra fecha, los empecé a escribir el 22 de julio (de 2019), día en el que solamente en La Línea de la Concepción la Policía Local realizó estas tres actuaciones no relacionadas entre sí, que para nada recibieron la publicidad o visibilidad política y periodística que, por menos, sí reciben actuaciones policiales protagonizadas por otros cuerpos de seguridad. A saber: captura de un contrabandista que ocultaba en un vehículo treinta cajas de tabaco procedentes de Gibraltar, valorándose la mercancía en más de sesentaidós mil euros; recuperación de un turismo de la marca Toyota, robado en Madrid; y la incautación, en una de nuestras magníficas playas, de ciento seis kilogramos de hachís.

Una práctica habitual

Como antes decía, que los municipales incauten drogas y detengan a quienes mercadean con ellas, o que con frecuencia decomisen lanchas, bidones con combustible, remolques, armas y vehículos destinados al traslado de todo lo anterior, no es una novedad. Es, por el contrario, un hecho que se practica a diario y que viene impuesto por el ordenamiento jurídico vigente. Ahora bien, ciudadanos que estáis leyéndome en estos momentos, sabed que si los policías locales no hacen más en este terreno es, en muchísimas ocasiones, por las trabas y órdenes contrarias e ilegales que reciben por parte de quienes políticamente manejan los hilos de estas fuerzas dependientes de las corporaciones locales. Sí, eso he dicho.

Me consta que existen alcaldes que si pudieran disolverían sus cuerpos de policía, o los desarmarían, o los emplearían única y exclusivamente para repartir notificaciones relacionadas con el censo electoral, aun cuando tales pensamientos o intenciones, por algunos ediles manifestadas públicamente ante la prensa, contravengan la normativa regional y estatal, y hasta la lógica, la cual –la lógica– debería consumirse siempre con el mayor ánimo de colaborar en el mantenimiento del orden y del bien común , que diría el mismísimo Santo Tomás de Aquino. ¿Será esta la razón por la que los cuerpos municipales suelen carecer de gabinetes de prensa? No me equivoco al aseverar que muchos concejales se avergüenzan de sus institutos armados, porque eso es lo que son los cuerpos de policía local, según reza en la misma ley orgánica que regula al resto de fuerzas policiales españolas.

Dicho todo esto, que nadie me tilde de corporativista , por favor, porque anda que no he puesto veces a caer de un burro a los míos, a los otros y a los de enfrente.

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